El milagro de Miquel Barceló (I)

El artista muestra el mural de cerámica que ha creado para la catedral de Palma

MARISA GOÑI / PALMA

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"Son como frutas que maduran y se abren y son el alimento. Tiene mucho de génesis". Así explicó ayer Miquel Barceló su intervención en la capilla del Santísimo de la catedral de Palma. El resultado es un mural cerámico de 300 metros cuadrados que representa el milagro de los panes y los peces y las bodas de Caná, además de cinco vitrales, de tonalidad gris, que describióin situacompañado de los numerosos medios de comunicación acreditados en la presentación de una obra gestada a lo largo de siete años.

"Este ya era mi mundo personal. Lo asumí con naturalidad", dijo recordando el momento en que el difunto obispo Teodoro Úbeda le encargó el motivo de su intervención. "Me imaginaba la capilla como el taller del pintor, que ligaba con mi obra anterior. Da para una lectura darwinista o morfológica", añadió el artista, que también aprecia en el resultado final "mucho de Mali" (donde empezó a trabajar la arcilla) y de Mallorca. "Allí he pasado muchos años debajo del agua y se nota".

El frontal del mural lo ocupa un discreto Jesucristo blanco y un tanto andrógino, concebido "como autorretrato". A un lado, le acompaña una palmera y, al otro, un pez espada con el vientre abierto. Racimos de uva, panes, animales marinos y vasijas de barro palpitan en la inmensa piel cerámica que el viernes se abrirá al público en un acto al que asistirán los Reyes de España.

La creación surge de "miles de puñetazos" que alumbran peces y manotazos, incluidos los de sus hijos. Sobre la confección del mural, sujetado por 1.500 anclajes, Barceló explicó que la cerámica fue horneada por piezas, siguiendo el cuarteo provocado por el secado inicial y que él concibe "como un dibujo".

A diferencia del resto de vitrales

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