La Paloma abre con normalidad tras recibir la orden de clausura

EL PERIÓDICO / BARCELONA

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La sala La Paloma, a la que el Ayuntamiento de Barcelona ha enviado una orden de clausura por ruidos, abrió la noche del pasado viernes y ayer por la tarde con total normalidad. Algunos vecinos se quejaron a este diario del ruido y las vibraciones que, desde hace años, sufren por culpa de la sala. Esta opinión contrastó con la de los clientes de La Paloma, que criticaron la decisión municipal.

A primera hora de la noche, la sala recibió la visita de la Guardia Urbana para levantar acta de que el local había abierto. La orden del cese de actividad se cumplía la madrugada del viernes al sábado. Sin embargo, el proceso tiene unos trámites, explicaron fuentes municipales, y el local podría seguir abierto unos días más si alega que tiene compromisos. En cualquier caso, aseguró el concejal de Ciutat Vella, Carles Martí, si el 1 de enero por la tarde sigue abierta, se precintará. Antes, solo se intervendrá si hay problemas graves.

GRITOS Y BOTELLÓN

Una de las fincas con más problemas --y de la que cuelgan numerosas pancartas y sábanas de queja-- es la situada en la calle del Tigre, 25, justo al lado de La Paloma. Lola Agresor y Magda Corbilla, vecinas del edificio, explicaron que la situación es insoportable, especialmente los fines de semana a partir de las tres de la madrugada, no solo por el ruido de la sala sino por los gritos de los clientes cuando salen y de las motos. Otros residentes denunciaron que se hace botellón. El problema se produce, según los vecinos, en distintas calles. El viernes hubo en la Ronda de Sant Antoni, sin apenas prostitución.

Algunos vecinos aseguraron que el ruido ha comportado problemas de salud en diferentes personas, entre otros insomnio, fatiga y nervios. Mar Espot, con un estudio en la calle de Lleó, dijo que tienen previsto reclamar a la Síndica de Greuges, Pilar Malla, que realoje a Rogelio Colango, un vecino que ahora está ingresado con problemas del corazón y que en su casa, bajo su punto de vista, no podrá descansar. También denunciaron que la sala supuestamente ha hecho obras sin pedir los permisos a los edificios afectados aunque no mostraron a este diario ninguna prueba. Criticaron, además, el poco caso que les hace la Guardia Urbana, un cuerpo policial al que han hecho muchas llamadas.

Los vecinos aseguraron que han puesto el tema en manos de abogados para emprender acciones legales y de la Síndica de Greuges, y tienen intención de pedir una reunión con el alcalde, Jordi Hereu.

SIN RESPUESTA

Mercedes March, gerente de La Paloma, acusó el jueves a algunos vecinos de intentos de extorsión y de arrojar orines y otros objetos a la gente que pasa por la calle. Ayer, la sala declinó responder a los residentes. Quienes si que expresaron su opinión fueron algunos clientes, que criticaron la próxima clausura y defendieron a La Paloma.

Elisabet y María, por ejemplo, aseguraron que La Paloma es una de las salas en las que se ejerce más control, mientras que Joan se refirió al local como una sala centenaria que juega un importante papel en la vida cultural de la ciudad. Julio, dueño de un bar en la zona, aseguró que ahora en comparación a hacer 30 años apenas hay problemas y aseguró que si se clausura La Paloma, el resto de bares tendrán que cerrar.

MIMOS PACIFICADORES

La Guardia Urbana negó que el pasado viernes se produjeran incidentes en los aledaños de La Paloma --solo recibieron una queja por ruido--. Según pudo comprobar este diario, los mimos contratados por la sala intentaban que los clientes y peatones respetaran el silencio, lo que no siempre consiguieron. El viernes, los mimos llevaban un casco, para evitar los impactos de los supuestos objetos que la sala dice que tiran los vecinos, explicó Jerry, uno de ellos. Este diario pudo comprobar como a un joven le cayó encima agua con lejía.