Evelio Rosero se adentra en la herida abierta de Colombia

El periodista y escritor acaba de ganar el premio Tusquets con 'Los ejércitos'

ROGER PASCUAL / BARCELONA

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Si, parafraseando a Eduardo Galeano, América Latina sigue teniendo las venas abiertas en canal, Colombia es la herida más sangrante que emponzoña el sueños de que la región alcance algún día el sueño bolivariano de unidad y esplendor. Tras más de cuatro décadas de conflicto entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno y millones de muertos en la cuneta, el conflicto sigue lejos de cerrarse. Esta supurante realidad ha lanzado a Evelio Rosero (Bogotá, Colombia, 1985) a alumbrar Los ejércitos, obra con la que el periodista y escritor colombiano se llevó el segundo Premio Tusquets, dotado con 20.000 euros a los que sumó los 20.000 de la primera edición, que quedó desierta.

En su fallo, el jurado compuesto por Alberto Manguel, Almudena Grandes, Alberto Ruy Sánchez, Francisco Goldman, Beatriz de Moura y Aurelio Major ensalzó los indiscutibles méritos de una novela que "de modo contundente presenta un asunto no por habitual menos difícil de tratar --la violencia arbitraria e irracional que asola a un pueblo--, con singular elegancia y maestría no exentas de dramatismo".

Rosero, exultante por el premio, asevera que ha intentado no tomar partido por ninguna de los dos bandos en conflicto. "No entro a valorar quién tiene más motivos y si es legítima la lucha contra el narcotráfico. Lo que me interesan son las consecuencias humanas de esta guerra". No obstante, el autor de Las muertes de fiesta no ahorra quina a la hora de calibrar la actuación del presidente colombiano, Álvaro Uribe: "No ha hecho nada para avanzar con la problemática del país, no ha buscado la paz ni el diálogo y no ha escuchado el clamor popular para que no continúe la barbarie".

Desoyendo los consejos de sus conciudadanos, Ismael, un profesor jubilado, decide no huir de San José --"un pueblo imaginario idéntico a cualquier otro sumido en esta guerra absurda"-- y enfrentarse a la violencia que se amenaza con destruir su pequeño mundo. "A veces pensamos que el horror no nos va a tocar nunca. La grandeza de Ismael es saber continuar cuando presencia la descomposición de todo lo que ha amado".

A modo de collage, Rosero ha construido esta novela a partir de retazos de historias que ha ido recopilando durante todo este tiempo. La obra pretende ser una grito que ayude a sus compatriotas a despertar de la creciente indiferencia que sienten ante un conflicto enquistado: "Después de tantos años, se palpa una indiferencia inhumana hacia este tema; en los noticiarios los centenares de muertes quedan reducidos a la estadística. Muchos minimizan el horror pensando que solo puede pasarle al vecino".

DUEÑO DE SU ESTILO

Admirador de la literatura rusa del XIX y de Juan Rulfo y Jorge Luis Borges, este inquieto creador cree que ha perfilado una voz muy personal impasible a influencias y modas: "No se si han mellado en mí; creo que soy dueño de mi estilo, de mi manera de acercarme al mundo". Autor de cuentos para niños y jóvenes, espera que este premio le sirva para proyectar su obra fuera de las fronteras de su convulsa nación: "El sueño de cualquier creador es trascender su entorno. Espero que sea un trampolín para obras anteriores de la misma calidad".