La crónica del Barça-Cádiz: Pedri y Ferran libran al Barça de un lío

Pedri apagó el caos. Y Ferran liberó la tarde noche que pintaba mal para el Barça. En los últimos minutos de un espeso partido, el equipo azulgrana se libró de un serio problema, atormentado como anda porque no halla fluidez en su fútbol, sometido a demasiados desajustes porque le costó doblegar la resistencia de Ledesma, el portero que mantuvo de pie al Cádiz en Montjuïc, una montaña a la que se asomaron 39.603 personas.

Pero todo empieza y acaba en un niño, que fue despedido con una atronadora ovación del recinto olímpico. Todo empieza en el descaro y atrevimiento de un niño –no, no es ninguna exageración porque tiene 16 años, un mes y una semana-, que inclinó el juego del Barça a la banda derecha.

Desde ahí, con inteligencia y creatividad, esa dulce pierna izquierda de Lamine Yamal se transformó en el gran argumento de ataque del Barça. Diríase que el único porque el debut en Montjuïc –tarde soleada, sin viento, con aspecto gris del templo olímpico incapaz como es el equipo de reconectarse con su gente. El culé, que presume de ser la mejor afición del mundo, ha desertado.

Es duro leerlo. Pero es así. Apenas 17.550 abonados se abonaron a subir a la montaña. Tampoco está en la otra punta de la ciudad. Está cerca, pero parece tan lejano que se transforma en una ascensión digna del Everest. Y eso tampoco debería ser. 

Dibujo táctico singular

Xavi, ubicado en una escondida cabina del Estadi Olímpic, no estaba nada feliz. Había agitado la alineación con un modelo táctico singular, apostando por tres centrales (Koundé, Christensen y De Jong), sin lateral derecho específico. Ni tampoco zurdo porque Balde tenía la triple misión de extremo izquierdo, interior y, por supuesto, defensa. Tenía Xavi un extremo fijo (Lamine vivía pegado a la cal de la banda derecha) y todo lo demás era líquido, tan líquido que no terminaba de fluir.

Se atascaba en ataque, estrellándose en las manos felinas de Conán Ledesma, capaz como fue de frustrar a Lamine primero y Koundé después. Aunque para frustración, y de las grandes, la que sintió Roger Martí , el delantero del Cádiz, quien aprovechó un grosero error defensivo de Balde para galopar por la pradera de Montjuïc. Casi 50 metros. Demasiados metros. Demasiado tiempo para pensar. Demasiado masticó el remate y cuando se dio cuenta topó con el inacabable cuerpo de Ter Stegen. El viejo Barça protegido como siempre por el fiable meta alemán.

Centrocampistas sin fluidez

Llenó Xavi la sala de máquinas con hasta cinco centrocampistas (De Jong desde atrás, Oriol Romeu, Gündogan, Gavi y Pedri) para darle dinamismo a la circulación del balón. Pero la pelota transitaba a la velocidad de la tortuga.

No hubo cambios en el descanso. Tampoco se veían soluciones para desbloquear a un Barça que emitía señales de colapso. Ni en Getafe. Ni en Montjuïc. Le cuesta atacar, aunque mejoró, todo hay que decirlo, en la segunda mitad. Tampoco era demasiado complicado. Lamine se estrelló con Conan Ledesma, Oriol Romeu frente a la defensa gaditana y Pedri con la madera. Al menos, tenía más hambre el equipo de Xavi, necesitado de encontrar, al menos un mendrugo de pan. Algo qué llevarse a la boca.

Y hasta el Cádiz, bien ordenado defensivamente, se atrevió a llegar con peligro al área de Ter Stegen. Primero, Alcaraz (el balón se fue a las nubes); luego Chris Ramos, cuyo regate seco y brusco sentó a Christensen y sembró el terror ante el portero alemán. Eso obligó a una urgente intervención de Xavi tras detectar que su equipo no mejoraba, por lo que efectuó un doble cambio: Abde al campo para ser extremo puro y Ansu Fati moviéndose con libertad por el frente de ataque), prescindiendo de Balde, el único verdadero lateral que había en el campo. ¿Quién quedó ahí? Pues, Frenkie. Sí, tal y como suena.

La conexión Gundo-Pedri

Se consumía el Barça y se desesperaba Xavi, mientras Òscar, su hermano y primer entrenador de forma interina, pedía en el tiempo de hidratación a los jugadores que “no se volvieran locos” apelando a la paciencia. Pedri conduce y firma un eslalón apoyándose en Gündogan para firmar el gol reparador. El gol que desató la alegría colectiva en Montjuïc, además de divulgar un solidario mensaje para apoyar a su gente de Tenerife, cercada como anda por las llamas. Apagó ese tanto de Pedri el clima de inseguridad y preocupación que se había apoderado del Barça, que terminó con Eric García de lateral izquierdo en una zaga de cuatro junto a De Jong, Koundé y Sergi Roberto (lateral derecho).

Acabó temblando el equipo azulgrana recogido, una vez más, en el viejo formato del 1-0 hasta que Ferran Torres se rebeló aprovechando el juego directo –saque largo de Ter Stegen, descarga Lewandowski, corre el exdelantero del City- para sentenciar una calurosa y áspera noche con ese segundo gol. Ferran anda empeñado en que cada minuto es oro. Y así se lo toma.