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La evolución de Jordi Alba: del enfado de septiembre al alirón de mayo

Alba desata los primeros gritos de "campeones, campeones"

La contracrónica: Alba, un futbolista que ayuda

Jordi Alba eufórico celebrando su gol durante el partido de liga entre el Barça y el Osasuna

Jordi Alba eufórico celebrando su gol durante el partido de liga entre el Barça y el Osasuna / JORDI COTRINA

Joan Domènech

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Se dio media vuelta una vez corroboró Jordi Alba que el balón había entrado en la portería y se puso a correr y a gritar hacia el córner izquierdo, el más próximo. El de su banda, la zona del campo que ha ocupado, en condición de propietario, desde 2012, hasta que Alejandro Balde se ha presentado para desalojarle.

Corrió y gritó Alba el gol que desató los primeros festejos por la conquista del título un año después de que un zurdazo de los suyos, mucho más bonito y espectacular, sellara la clasificación para la Champions de esta temporada. Tuvo que cerciorarse el defensa, nacido delantero, dotado como centrocampista, de que el balón entrara en ese espacio minúsculo que dejó el imbatible Aitor Fernández entre su cuerpo y el poste.

Corrió y gritó Alba por tratarse del 1-0, el resultado tradicional que garantiza siempre el triunfo esta temporada y del minuto 85 que descerrajaba la portería Osasuna, cada vez más poblada a medida que avanzaba el encuentro.

Corrió y gritó Alba el gol del reivindicación del suplente, que aparece como recurso de última hora (fue el quinto cambio para relevar al okupa Balde) y ve recuperado su estatus de pieza importante en el equipo. Aunque fuera una sensación efímera. O no.

Jordi Alba chuta con la zurda para anotar el gol del triunfo ante Osasuna en el Camp Nou

Jordi Alba chuta con la zurda para anotar el gol del triunfo ante Osasuna en el Camp Nou / JORDI COTRINA

Cara a cara con Laporta

El gol de la temporada marcó Alba, sin asomo ya del resquemor y la rebeldía que le atenazó en los primeros compases y que le llevó a manifestar un día su enfado a Joan Laporta, el presidente, poco después de saber que el Barça le había ofrecido a otros clubs en las últimas horas del cierre del mercado. Estalló el defensa de L'Hospitalet, sensible al estar digiriendo aún su próxima condición de suplente que le había anunciado Xavi, mientras los veteranos (junto con Busquets y Piqué), estaban en el disparadero de la opinión pública por sus altos e inasumibles contratos.

Piqué se despidió en diciembre, Busquets medita si continuar o no -previa rebaja sustancial del sueldo actual- y Alba tiene un año más (hasta 2024) a un precio que el Barça no puede ni quiere pagar: su ficha duplica la de Robert Lewandowski.

La rebeldía de septiembre se ha transformado en una actitud positiva que Xavi subrayó. "Jordi está predispuesto siempre a ayudar", destacó el técnico, reconociendo el cambio del futbolista, cumplidos los 34 años en marzo, de cara a sus compañeros y, seguramente, también hacia él.

Corrió y gritó Alba antes de expresarse con la serenidad posterior a la ducha y el poso que deja la veteranía. "Estamos para inculcar los valores que requiere jugar en el Barcelona", afirmaba, disfrutando del sabor de paladear un nuevo título después de cuatro años de sed. "Cada título es especial, hay mucha gente que no ha ganado nada", observó, admitiendo implícitamente el valor que le concede a la que será su sexto trofeo de Liga y el decimoséptimo con el Barça.

Eric Garcia, Ansu Fati y Frenkie de Jong felicitan a Jordi Alba tras marcar el gol de la victoria del Barça ante Osasuna en el Camp Nou.

Eric Garcia, Ansu Fati y Frenkie de Jong felicitan a Jordi Alba tras marcar el gol de la victoria del Barça ante Osasuna en el Camp Nou. / Jordi Cotrina

Sentir el Barça

Corrió y gritó Alba porque "siente el Barça como pocos", dijo Xavi, feliz por ver que su excompañero, ahora discípulo, disfrutaba de una noche de gloria después de muchas de amargura. Solo le ha dado 18 veces la titularidad a quien era el lateral izquierdo fijo. "No juega todo lo que desearía y se merece, pero al menos tiene este premio", explicó Xavi de la recompensa del gol.

Corrió y gritó Alba mientras se dirigía hacia la grada que le acogió simbólicamente con la nostalgia del pasado. La que sentía Busquets, sentado en el banquillo, sustituido en el doble cambio que coincidió con la entrada de Alba, a quien entregó el brazalete. "Las victorias así, después de intentarlo de todas las maneras, y más con un gol del un jugador tan querido, nos deja un sabor muy bueno, manifestó Busquets.

"La afición nos lleva en volandas", resumió Alba, que no quiere dejar de correr y gritar en el Camp Nou.

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