FÚTBOL

La contracrónica del Barcelona-Valencia: Ferran y Ansu, discusión por un penalti pésimo

CABECERA FUTBOL CONTRACRONICA BARÇA VALENCIA

CABECERA FUTBOL CONTRACRONICA BARÇA VALENCIA / EPC

Albert Guasch

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El Barça del catenaccio se reconvirtió en el Barça del atolondramiento. Volvió la posesión a los porcentajes canónicos ante el Valencia, pero una posesión bacheada. El circuito del pase no funcionó y la cadena se le salió constantemente. Debe ser por la ausencia de Pedri que falta tanta grasa en el engranaje. Toca decir lo mismo que ante el Madrid: lo mejor, el resultado. Pero está claro que a este equipo le ha cogido tos. Que no vaya a más.

Marcaje a...

Mantuvimos desde esta tribuna el ojo fijo en Ansu Fati. No debimos hacerlo. Un remate fofo en el minuto 17, otro de cabeza demasiado picado en el 37 y un chute al palo en el 56, ya en la segunda parte, y poquito más. Las sensaciones mejoraron tenuemente. Pocas prestaciones en un ataque en que Raphinha le ganó en verticalidad y protagonismo. Lo dicho, deberíamos seguramente mirar a otro lado y dejarle en paz, que más frustrado que él no debe haber nadie. ¿Cómo volver a ser uno mismo? ¿Cómo volver a encontrar la inspiración que antes llegaba sola? Dudas de arraigo deportivo-existencial que debe confrontar el muchacho, que coincidió en el campo con Illaix Moriba. Eran las dos joyas de la Masia en un momento determinado y ahora que van creciendo, el fulgor de ambos parece sufrir un eclipse. A Ansu, al menos, la grada le quiere bien. Coreó su nombre tras el disparo al poste y le aplaudió con comprensión al ser sustituido. Illaix, en cambio, recibió pitos de sus anteriores seguidores.

El penalti

Antes de ser sustituido, Ansu protagonizó un careo digno de patio de colegio en que se impone el más grandón o el más viejo. Ferran quiso tirar el penalti pitado por unas manos a un chute de Koundé. Ansu, también. Dos futbolistas con necesidad de la vitamina del gol para aliviar sus tormentos. Impuso Ferran su voluntad, porque así está establecido desde el equipo técnico, y Ansu era apartado de la discusión por sus compañeros. La sangre no llegó al río. La ejecución fue pésima y Ansu, elegante, le dio un golpecito de ánimo al valenciano, desesperado. Él también encajó algún silbido de la grada. Un pase adelante y otro atrás, el suyo.

Cambio en el banquillo

Xavi, sancionado, contempló el partido desde un palco. Con la altura, con perspectiva, vio la niebla de sus jugadores con claridad. Su hermano Òscar, como ante el Inter de Miami en el amistoso de verano, dirigió desde el banquillo la orquesta, que desafinó como un piano rescatado de los escombros. En chándal, como dictan los códigos del fútbol, que dicen que la elegancia se reserva al primer entrenador, el hermano se mantuvo en pie en la banda con los brazos cruzados, gesto normalmente de enfado, o de incomprensión, o incluso de estupefacción. Cualquiera de los mensajes encajaban con lo que se vio sobre el césped del Camp Nou.

Raphinha anota el 1-0 tras un gran centro de Busquets en el Camp Nou durante el Barça-Valencia.

Raphinha anota el 1-0 tras un gran centro de Busquets en el Camp Nou durante el Barça-Valencia. / Jordi Cotrina

Roja para...

La merecida expulsión de Araujo pareció, extrañamente, estabilizar al equipo. Entró Kessié por Ansu y colectivamente el Barça controló mejor el juego. Pareció tartamudear menos con el balón. Pero durante solo un rato. En los últimos 15 minutos o así el equipo volvió a ponerse la armadura, como en Madrid, esta vez sin el uruguayo. Solo que el Valencia, en la zona de descenso y tercer peor equipo a domicilio de la Liga, tiene menos colmillo que Ferran en los penaltis. Papeleta salvada. Sin gloria. Sin ADN. Como se pudo. Sin más. A ver si vuelven pronto los buenos.

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