"NO ES NADA ESPECIAL PARA MÍ", DICE
Setién, reencuentro con el Barça: Del 2-8 de Lisboa al Villarreal
Marcos López
Periodista
De Lisboa a Vila-real. Del breve y fugaz sueño de dirigir al Barça de Messi (apenas duró siete meses y tres días) al retorno a un banquillo de la elite dirigiendo al Villarreal para reencontrarse este domingo con su pasado más frustrante. Cuando no quiso ni pudo ser quien era, según confesó él mismo, hastiado del fútbol. Un largo y anónimo viaje en el que Quique Setién renegó del juego de tal manera que volvió a recluirse en su casa de Liencres (Cantabria), más cerca de las vacas que del balón, hastiado como terminó por descubrir en el Camp Nou el lado oculto del fútbol.
Tan oculto hasta para él, camino de cumplir ya los 65 años (lo hará en septiembre), un rebelde y reinvidicativo jugador, transgresor entrenador en las categorías secundarias antes de transformarse en técnico dócil y sumiso en el Camp Nou, incapaz de imponerse a las ‘vacas sagradas’ que dominaban el vestuario. Y, por supuesto, el club ante la dejación de funciones de un presidente, Josep Maria Bartomeu, a quien también se llevó por delante aquel 2-8 del Bayern de Múnich en Lisboa.
La 'bomba de Lisboa'
El primero en caer fue el propio Setién, aunque luego, meses después, admitió que ya estaba fuera, pasara lo que pasara en aquella Champions (14-agosto-2020) que ejerció de ‘bomba atómica’ para el barcelonismo. A cortísimo plazo, tres días después (17 agosto), llegó su despido.
A corto plazo, provocó la inesperada salida de Luis Suárez (20 septiembre), el íntimo amigo de Messi, obligado a abandonar entre lágrimas el Camp Nou. A corto plazo también, desencadenó en la dimisión de Bartomeu (27 octubre). A medio plazo, la contaminación deportiva y económica generada por ese 2-8 desembocó en el adiós de Messi casi un año más tarde (5 agosto 2021).
Y Setién, entretanto, se apartó de la pelota. Dos años, un mes y 11 días estuvo huyendo del balón No, no es una condena. Aunque lo parezca. Se convirtió en un ermitaño, sumergido en un complejo proceso interior donde se mezclaba el dolor porque se traicionó a sí mismo junto a la tristeza que supuso admitir una derrota. Una derrota deportiva.
"No fui yo. No pude o no supe"
"No fui yo. No pude o no supe", le confesó Setién a Vicente del Bosque, el exseleccionador español, en una charla en las páginas del diario ‘El País’. Llegó admirando al Barça. Y a su filosofía. Era ‘hijo ideológico’ del ‘cruyffismo’. Lo admiró tanto que soñó el día en que podría ser su entrenador. No imaginó entonces que eso sería su perdición.
Duró poco tiempo, enfrentado a las entonces indestructibles corrientes tectónicas que gobernaban el camerino del Camp Nou. Se le hizo tan duro que se aisló tras descubrir que las figuras no son lo que parecen. "¿Messi? Prefiero no hablar. Es difícil de gestionar. ¡Quién soy para cambiarlo!", declaró Setién, quien claudicó ante el poder que irradiaba Leo, quien pulsó el segundo botón atómico (24 agosto 2020) al enviar el burofax a Bartomeu pidiéndole que le dejara salir.
El ‘10’, muy a su pesar, se quedó un año más en el Barça; Setién, no, aunque sigue sin cobrar todo el finiquito que le debe el club azulgrana. Volvió a Liencres y recuperó un punto de conexión con el fútbol ejerciendo de ayudante de Álex López, un joven técnico, de 24 años, en un equipo juvenil de Santander. Lograron ambos el ascenso del Club Deportivo Marina Sport. Álex estaba en el banquillo; Quique se ponía justo enfrente suyo. Luego, en el descanso, compartían confidencias.
El maestro cántabro, discreto y sigiloso, trasladaba sus conocimientos al novel alumno. "De todas las cosas que he tratado de absorber hay tres palabras que siempre tendré presentes: 'Hay que diferenciarse’", tuiteó López cuando lo vio partir camino de Vila-real tras recibir una llamada inesperada coincidiendo con la marcha de Unai Emery a la Premier para dirigir al Aston Villa. "El lunes estaba comiendo con mi mujer y me sonó el teléfono. Pensaba que era una broma, pero no. Era Roig hijo".
Al cobijo de un club familiar
No quería volver a los banquillos, pero volvió. Cambió la industria del entretenimiento y la marca global que supone entrenar al Barça por un club familiar, nunca mejor dicho, y cercano como el Villarreal, por lo que se siente cómodo viviendo en la ciudad deportiva José Manuel Llaneza.
Vive en el hotel construido en ese recinto, junto a su cuerpo técnico, estrenando segundo entrenador nuevo. Ramiro Amarelle, exjugador de fútbol y de fútbol playa, sustituye al volcánico Eder Sarabia, que dirige con éxito al Andorra de Piqué en Segunda División. Fran Soto, que ya fue su preparador físico en el Camp Nou, continúa ejerciendo esa función en el Villarreal.
Y Setién, entretanto, se pone la coraza de hombre sin sentimientos cuando esta noche vea aparecer al Barça en el nuevo estadio de La Cerámica. "No es nada especial para mí, en absoluto. Es un partido más", declaró el técnico que se quedó crucificado - acabó así de pie con los brazos extendidos sobre el banquillo del estadio Da Luz tras el 2-8 del Bayern - y ahora solo intenta ser feliz junto al balón en Vila-real.
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