LA SITUACIÓN AZULGRANA

Las últimas horas de Bartomeu

Josep Maria Bartomeu y Florentino Pérez, el sábado en el Camp Nou.

Josep Maria Bartomeu y Florentino Pérez, el sábado en el Camp Nou. / periodico

Albert Guasch

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Las últimas horas de Bartomeu es un título ciertamente osado para referirse al presidente del Barça. Hombre de mil vidas, el dirigente azulgrana encara una semana en la que sus cinco años de mandato podrían tocar abruptamente a su fin. Vienen horas de decisiones internas no exentas de ansiedad, de reuniones con la pandemia y el estado de alerta como referencia, y si nada de todo ello lo altera, si no media tampoco una dimisión irrevocable, el domingo y el lunes próximos se debería celebrar el voto de censura que tanto reclaman la oposición y las casi 20.000 firmas que les secundan. Pero con Bartomeu, vistos los precedentes, nada debe darse por cierto. Su continuidad se decide tanto en la reunión de la junta directiva de hoy como, de algún modo, en la Generalitat. 

El máximo mandatario difícilmente podrá cumplir el deseo de una transición suave que expresó en aquella entrevista en BarçaTV en que negó la crisis institucional poco después del histórico 2-8 de Lisboa. Era agosto y había consensuado con la fiel directiva actual las fechas de las elecciones, en marzo del 2021. «Podremos hacer una transición tranquila con la nueva junta. El Barça necesita que adaptemos el club a la pandemia», dijo.

El club adjunta un nuevo protocolo con el Camp Nou como sede única del voto de censura

Pero después vino el burofax de Leo Messi, y los promotores de la moción sorprendieron a propios y extraños recolectando holgadamente las firmas para forzar un referéndum. Y a partir de ahí se adentró en una nueva dimensión. Bartomeu y los suyos han tratado de postergar la votación, vía Guardia Civil y vía Generalitat. Propuso al Govern que la cita con las urnas se trasladase al 14 y 15 de febrero.

Perplejidad

La Generalitat, no obstante, no se ha mostrado como un aliado precisamente. El viernes por la tarde envió una carta a las oficinas del club en la que desoyó la petición de un aplazamiento. Una actitud que causó perplejidad en la entidad barcelonista. Por un lado el Govern solicitaba un Estado de alarma que finalmente se dio este domingo y, por otro, autorizaba las colas de socios para votar.

En la noche de domingo Gerard Figueras, Secretari General de l’Esport, insistía en que el toque de queda no cambia nada. «Entiendo que más allá de acortar la franja de la votación, no hay ninguna novedad. De hecho, el decreto clarifica que el confinamiento nocturno no debe impedir la convocatoria de citas electorales», dijo a Catalunya Ràdio. No obstante, dejó la puerta abierta a un giro.

El club azulgrana ya hizo llegar este domingo una nota a la Generalitat en la que le interroga si a la vista de las nuevas restricciones de movilidad mantiene que se dan las condiciones sanitarias para el voto de censura del 1 y 2 de noviembre. De hacerlo, en lugar de celebrarse en diferentes puntos de Catalunya y España, se haría solo en el Camp Nou, según el nuevo protocolo enviado.

En el club existe escepticismo de que la Generalitat pueda asumir la imagen de miles de socios, muchos de avanzada edad, haciendo cola para votar frente a los cerca de 300 empleados que el Barça debe reclutar para el desarrollo del referéndum.

Riesgo sanitario

Será este uno de los asuntos a abordar en la esperada reunión de la junta, aplazada al máximo y que empezará este lunes a partir de las 13.30 horas. También cómo avanzar en la negociación salarial en la que finalmente se incorporarán los jugadores.

Una junta gestora dirigiría el club en caso de dimisión y tendría un plazo de entre 45 y 90 días para convocar elecciones

Pero a nadie escapa que la atención estará focalizada en la continuidad o dimisión en pleno de la directiva. Si la Generalitat decide mantener la luz verde a la votación de este próximo fin de semana, el abandono estaría más cerca. Entienden desde el club que sería un riesgo para su masa social y sus empleados que no están dispuestos a asumir. Sería una salida noble.

Ya más de un directivo es partidario de evitarse el mal trago del derrocamiento a través de la votación. De dimitir, una junta gestora se haría cargo del club y tendría entre 45 y 90 días para convocar elecciones. Pero también los hay dispuestos a resistir, aunque no a cualquier precio.

Medir el desgaste

En la junta existen voces que piensan que de la misma forma que ahora se les reclama la dimisión, en unos meses se les recriminaría haber abandonado el barco en una situación delicada para la entidad y con medidas urgentes y necesarias que la gestora no puede asumir. 

Cada integrante debe medir el desgaste de estas semanas, en particular el propio Bartomeu, con una opinión pública muy hostil y un vestuario que no para de enviar mensajes poco amistosos. El desgaste individual es clave. También su interpretación del sentido de responsabilidad. Y cómo todo ese debate se modula en la mesa colectiva.

La decisión de seguir plantando batalla o abandonar será colegiada. Una batalla corta. El fin de una presidencia, salvo giro imprevisto en los tiempos impredecibles de pandemia, asoma a la vuelta de la esquina. La pelota parece estar en el tejado de la Generalitat.