EL INMENSO ERROR DE NEWELL'S

"¿Quieren a Leo Messi? Llévenselo, tenemos 10 millones de niños como él"

Leo Messi, con la camiseta del Barça, en noviembre del 2003.

Leo Messi, con la camiseta del Barça, en noviembre del 2003. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Antón Parera, entonces gerente plenipotenciario del Barça, ya no podía más. Su amigo Joan Lacueva, director general adjunto del Barça, le había pedido jugar un partido en el Empordà Golf, de Torroella de Montgri, l’Estartit.

Llegados al hoyo 3, la cabeza de Parera estaba por estallar. Lacueva, ya fallecido, se pasó los dos primeros hoyos insistiéndole en que debían fichar a Leo Messi ¡ya! “Antón, no tiene sentido tantas dudas, ¡ese niño es buenísimo!” Parera, que estaba metido en mil líos (bueno, en los líos habituales del Barça), ni conocía a Messi, ni sabía de su presencia en Barcelona, ni, mucho menos, de sus partidillos en La Masia.

Convocatoria decisiva

De pronto, Parera cogió el móvil y llamó a su secretaria. “Mercè, hágame un favor, convoque para mañana al Comité de Dirección, muchas gracias”. El gerente azulgrana dobló el móvil, se lo guardó en el bolsillo y, mirando retadoramente a Lacueva, le dijo: “¿Podemos empezar a jugar de verdad?” Y, sí, empezaron a jugar de verdad.

En el Comité de Dirección donde se decidió, porque así lo quiso Parera (y Lacueva, y Quimet Rifé, y Charly Rexach, y Jaume Parés) dar vía libre a la contratación de Lionel Andrés Messi, los directivos allí presentes casi no abrieron la boca. Es más, alguno hasta insinuó que Lacueva tenía comisión en la operación, lo que provocó que Parera se levantase de su asiento y le exigiese al dirigente que se disculpase ante su amigo. Y así lo hizo. Eso sí, hubo más de un directivo que dijo “bueno, hacer lo que queráis, total, cuando ese niño fracase, yo ya no estaré aquí”.

Gran visión del Newell's

Así fue como Lacueva pudo empezar el papeleo con Josep María Minguella y Juan José Mateo para que el Barça se quedase con Messi. Faltaba, claro, el visto bueno del Newell’s Old Boys, el club que se había negado a pagar las inyecciones del crecimiento para la ‘Pulga’. Cuando Martin Montero, socio de Fabián Soldini, fue a ver a Eduardo López, presidente del Newell’s ya fallecido, y le dijo que se llevaban a Leo, el mandatario del club de Rosario le dijo: “Llévese a Leo, tengo 10 millones de niños como él”. Gran visión de la jugada, sí.

Eso sí, López, se lo pensó mejor y empezó a regatear a Soldini, Montero y Mateo el transfer de Messi y sus representantes apelaron a la FIFA argumentando que “debía someterse a un tratamiento médico en Barcelona”. Y, finalmente, lograron el documento que convirtió a Leo en culé.

Eso sí, Eduardo Bermúdez, actual presidente de Newell’s, está, ahora, frotándose las manos porque, si el Barça acaba algún día traspasando a la ‘Pulga’, el club rosarino podría lograr un buen pellizco de dólares apelando a “los derechos de formación”. Cosa, la verdad, muy poco probable. Bueno, ya imposible.

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