LA CRISIS AZULGRANA

Messi, de la química con Laporta a la frialdad con Bartomeu

El delantero ha tenido unos meses de profundo desencuentro con el actual presidente del Barça

Laporta pasea junto a Messi por el Camp Nou celebrando la Liga 2009-10.

Laporta pasea junto a Messi por el Camp Nou celebrando la Liga 2009-10. / periodico

Marcos López

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Llegó en un Barça en llamas y desea irse quemado con el Barça. Llegó Leo con el segundo de Núñez y, tal vez, se marche con el segundo de Rosell. Cuando un niño de 13 años apareció por Barcelona, en septiembre del 2000, el club estaba en llamas por la marcha de Figo al Madrid. Una traición para el barcelonismo.

Joan Gaspart, que había ganado las elecciones (25.181 votos) superando ajustadamente  a Lluís Bassat (19.791), bastantes problemas tenía con invertir deprisa, corriendo y mal los 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros ahora) que había dejado el portugués en la caja. Con ese cheque se fue a Londres y trajo a Overmars y Petit, el inicio de la decadencia.

Cuando llegó (septiembre del 2000), el club ardía por la marcha de Figo al Madrid

Gaspart no tenía tiempo para pensar en ese joven y diminuto argentino (apenas tenía Leo Messi 13 años) que aterrizaba en la tierra quemada del posnuñismo tras 22 años en el poder.

Pero, después de varias semanas de espera e indecisión, quedará su firma como el primer presidente que abrió la puerta del Barça al genio que cambió para siempre la historia del club. Aquella famosa servilleta. Gaspart fue el primero de los cuatro dirigentes que ha tenido Messi en sus 20 años en Barcelona.

Con él, que apenas duró tres años en el cargo, no tuvo demasiado trato. Luego, llegó Joan Laporta, el presidente con quien mejor conectó, obligado como estaba éste a ir improvisando soluciones, cada vez más urgentes, sobre la marcha para adecuar el contrato al fútbol descomunal que iba dejando el astro a cada partido.

El viaje urgente de Txiki

A Txiki Begiristain, por ejemplo, le tocó hacer un viaje urgente a Holanda en el verano del 2005, en pleno Mundial sub-20, que acabó ganando Argentina, para firmar el mismo día que cumplía 18 años, su primer contrato profesional. Un documento ya con cláusula de rescisión de estrella.

Tuvo que ir Begiristain a Holanda para irmar el primer contrato profesional de Leo

Eran 150 millones de euros, que le equiparaban entonces a Etoo. Fue la primera de las cinco firmas que hizo luego Messi con Laporta. De la primera a la segunda solo pasaron tres meses. Y en medio la descomunal exhibición en el Gamper ante la Juventus que alumbró al genio.        

Mientras crecía la estrella de Leo se repetían las visitas al despacho presidencial de Laporta, al que tres veces más en dos años y medio, transformándose, justo antes de la llegada de Guardiola (2008), en el jugador mejor pagado de la plantilla, heredando el 10 que pertenecía a Ronaldinho, la sonrisa que hizo girar el círculo virtuoso.

Días, semanas, meses y años de complicidad se vivieron entre el astro y el presidente, con las vías de comunicación siempre abiertas a través de Jorge Messi, padre y agente. La fluidez presidió esas relaciones. De hecho, todavía ahora se mantiene el buen rollo entre Laporta y Messi, a quien la llegada de Sandro Rosell al palco cambió su forma de relacionarse.

Desapareció el feeling laportiano, aumentó la desconfianza y comenzaron a romperse los puentes anteriores. Rosell solo recibió a Messi una vez en su despacho. Firmó la renovación en febrero del 2013, justo antes de la aparición de Neymar en el universo Barça.

La encuesta de Rosell

Destinado como estaba el brasileño no solo a cohabitar con el astro argentino sino incluso, según los planes iniciales, a colocarse como eje principal del club, aunque su discurso de llegada al Camp Nou estuvo lleno de pleitesía y sumisión deportiva al rey Leo. Era Neymar el nuevo Ronaldinho de Rosell repitiendo viaje. Pero una década más tarde. Del 2003 al 2013.

Al inicio de esa convivencia entre Messi y Neymar, Rosell destapó una encuesta que había realizado el club incluyendo una pregunta sorprendente en medio de otras más normales. Se le preguntaba por una posible venta del delantero, que apenas llevaba dos meses con Neymar. «El 2% de socios no quiere a Messi», respondió el dirigente en TV3. «Esto es el Barça y es nuestra forma de ser. Es el país. Todo se cuestiona», alegó Rosell, quien siempre susurró por la ciudad sobre el futuro del delantero argentino.

Con Rosell estuvo siempre frío y con Bartomeu más aún en una relación presidida por la desconfianza. Llegando incluso a no hablarse capitán y presidente en estas tempetuosas últimas semanas. Queda Jorge  como única y desesperada vía abierta. Llegó hace 20 años con Gaspart, sucesor de Núñez, a un club en llamas y se quiere ir con Bartomeu, sucesor de Rosell, quemado por un Barça derruido. 

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