El Barça sobrevive al Wanda (0-1)

En un ejercicio de supervivencia extrema, el FC Barcelona se agarró, una vez más, a Messi y a Ter Stegen para salir líder de su exigente visita al Wanda Metropolitano en una noche lluviosa y desapacible que hacía presagiar todo tipo de calamidades. Ganaron los azulgranas (0-1) después de aceptar un partido abierto que no tuvo dueño hasta que en el minuto 85 el astro rosarino decidió que lucirá mejor el sexto Balón de Oro si lo levanta desde lo más alto de la clasificación. Su estupendo gol selló una victoria que se había cimentado en las intervenciones salvadoras del guardameta alemán, que dejó a cero su portería en un día no demasiado inspirado de sus defensas.

El encuentro sobre el inundado césped del Metropolitano entre el Barça de Messi y el Atlético de Simeone presentaba aires de duelo entre dos equipos gigantes y antitéticos en fase crepuscular. Algo así como la versión futbolística del tiroteo final de ‘Grupo salvaje’, aquel wéstern de Sam Peckinpah que se publicitaba con el lema “llegaron demasiado tarde y se quedaron demasiado tiempo”. Y lo que se vio en el campo se ajustó bastante a esa expectativa: un encuentro tenso y competido, no particularmente bien jugado pero con detalles de pretérita grandeza. Como suele suceder en las películas del género, perdieron los indios.

Simeone es uno de esos entrenadores poco dados a sutilezas para los que la mejor defensa es una buena defensa. Y sin embargo esta vez su equipo pareció decidido desde el principio a que pasaran cosas. Los atléticos esperaban muy juntos al Barça en la zona media y en cuanto atisbaban media oportunidad subían las líneas en un despliegue armónico ante el que los azulgranas no tenían más remedio que recogerse atrás para achicar balones, tarea en la que salieron medio airosos gracias a la fortuna (el palo repelió un rebote de Junior tras un centro de Hermoso) y, sobre todo, porque así lo quiso un Ter Stegen de prodigiosos reflejos que evitó sobre la línea dos goles casi hechos de Hermoso y Morata.

Sin noticias del Barça al inicio

No hubo noticias del Barça en ataque en los primeros 25 minutos. Se diría que el aliento épico de esa nueva camiseta cuatribarrada modelo Guifré el Pilós no acababa de transmitirse al juego del equipo, al menos hasta que un robo de Messi cerca del área local propició la primera ocasión barcelonista, resuelta con un remate de Rakitic a las manos de Oblak, y al Atlético empezaron a acosarle las dudas.

Creció algo a partir de ahí el cuadro de Valverde, que, espoleado por la aparición de Messi y la mayor activación de Arthur, equilibró la contienda en el último cuarto de hora del primer tiempo e incluso a punto estuvo de ponerse con ventaja en un estupendo remate de cabeza de Piqué que se estrelló en el larguero.

Apenas cambió el panorama en el inicio de la segunda mitad, aunque el Barça tardó esta vez menos en probar los guantes de Oblak. Pero el partido seguía sin gobierno y los visitantes, lastrados por una banda izquierda en la que Junior y Griezmann rivalizaban en inoperancia, no hallaban el modo de descifrar el engranaje defensivo atlético. El partido del francés ante la que fue su afición solo se puede considerar meritorio si se analiza bajo el prisma de aquel aforismo de Oscar Wilde que decía que no hacer nada en absoluto es la cosa más difícil del mundo. Y el exbético fue un flan de principio a final.

Messi acalla al Wanda

Los cambios no mejoraron mucho al equipo, porque la irrupción de Arturo Vidal, con esa perturbación en el orden moral del universo azulgrana que siempre trae consigo, no logró esta vez agitar el encuentro y la entrada de Umtiti resultó obligada por la lesión de Piqué tras una fea entrada de Vitolo. Así las cosas, se encaminaba el duelo hacia su desenlace más natural, un empate, cuando Messi, siempre Messi, se inventó una pared deliciosa con Suárez para acallar al Wanda y darle a su equipo una victoria de extraordinaria importancia.    

Sigue el Barça en cabeza, viviendo más de los resultados que del fútbol y haciendo suyo el catecismo de Vince Lombardi, legendario entrenador de fútbol americano y forjador de los hegemónicos Green Bay Packers de los años 60 que solía arengar a sus jugadores con la frase: “No me importa si ganáis o perdéis, siempre que ganéis”. Esta vez lo hicieron.