LIGA DE CAMPEONES
La Champions examina al Barça
Rafael Tapounet
Periodista
Rafael Tapounet
En su ya célebre filípica de Getafe, Gerard Piqué incluyó una frase que si se interpretó como una amenaza será porque, en efecto, era una amenaza: “No nos queremos enfadar”. Sin que el central de la Bonanova fuera muy consciente de ello, su advertencia retrataba con bastante precisión el sentimiento más extendido entre el barcelonismo en este desconcertante inicio de temporada. Los jugadores no se quieren enfadar con la directiva y la hinchada, que asiste algo perpleja a la guerra de poder desatada dentro del club, no se quiere enfadar con un equipo que en este primer mes y medio del curso solo en contados momentos ha estado a la altura de la jerarquía que se le supone. La visita del Inter de Milán (miércoles, 21 horas), en la segunda jornada de la fase de grupos de la Champions, pondrá a prueba la autoridad de la plantilla azulgrana ante un Camp Nou receloso y expectante.
El equipo dirigido por Antonio Conte llega al feudo barcelonista tras sufrir un tropiezo en el partido inaugural de la competición europea (empate en casa ante el Slavia de Praga) pero avalado por un inicio arrollador en la Liga italiana: seis jornadas, seis victorias. La última vez que el Inter ganó los seis primeros partidos de la Serie A, en la temporada 1966-67, a las órdenes de Helenio Herrera, acabó plantándose en la final de la Copa de Europa (no es aquel un buen recuerdo para el club 'nerazurro': perdió en Lisboa frente al Celtic de Glasgow pocos días después de haber dejado escapar el 'Scudetto' y de haber caído eliminado en la Copa de Italia).
Ansu Fati, fuera
El reto para los azulgranas es especialmente exigente porque a las tensiones internas y a la entidad del rival hay que añadir las lesiones que en las últimas semanas se han cebado con particular saña en la línea de delanteros. Messi y Ousmane Dembélé recibieron a última hora el alta médica y entraron por los pelos en la lista de convocados para el partido. Una lista en la que no está Ansu Fati, que se recupera de unas molestias en el tendón rotuliano, y en la que Ernesto Valverde incluyó a 20 futbolistas y no a los 18 de rigor por si a última hora alguno de los recuperados da señales de no estar en condiciones óptimas para afrontar el encuentro.
“No vamos a correr ningún riesgo”, subrayó el técnico, que hasta ahora se ha manejado con suma cautela ante los problemas físicos de Messi y podría repetir el planteamiento de Dortmund, donde el capitán salió desde el banquillo para jugar la última media hora. Ello dejaría el ataque titular en manos de Antoine Griezmann, Luis Suárez y Carles Pérez, que podría hacer su debut en la competición europea.
A Griezmann, que compareció ayer en rueda de prensa con aspecto de haberse acabado de levantar de la siesta, le tocará medirse sobre el césped con su excompañero y amigo (es padrino de su hija) Diego Godín, a quien el francés calificó como “un gran ejemplo” y del que dijo conocer algunas debilidades que pueden facilitarle el trabajo. “Sé algunos truquitos para pillarle”, señaló. Bastante menos amistosa parece ser, por el momento, su relación con Leo Messi. “No es alguien que hable mucho y yo tampoco –admitió 'Grizou'-. Además, ha estado muchos días lesionado y así es difícil mejorar la conexión. Pero ya le he cebado algún mate y estamos en la buena dirección”.
La posición de Griezmann
Está bien que se ceben mutuamente el mate, pero el barcelonismo espera algo más de su sociedad. Griezmann cree que está progresando adecuadamente pero es muy consciente de que necesita mejorar. “Me faltan cosas para ser el mejor Griezmann posible. […] Acabo de llegar y tengo que adaptarme a otra filosofía de juego, a otra posición en el campo…”. ¡Ah, la posición! Se le preguntó por qué ha jugado hasta ahora en la banda izquierda y en el centro cuando se diría que rinde más jugando por la derecha. “Buena pregunta –contestó-. Yo estoy aquí para ayudar a los compañeros. ¡Qué respuesta más aburrida! No sé, hay un míster, hay una táctica y hay que meterse ahí y ya está”.
Meterse ahí y ya está. No parece un mal plan para ir ahuyentando los fantasmas europeos. La última vez que la afición del Barça vio a su equipo en la Champions en el Camp Nou, los azulgranas ganaban 3-0 al Liverpool y tenían más de medio billete para la final de Madrid. Poco después empezaba una pesadilla de la que hoy toca empezar a despertar.
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