ANÁLISIS TÁCTICO

Un cambio para cambiarlo todo en el derbi

La entrada de Malcom dio la profundidad que le faltaba al ataque del Barça para agujerear a un ultradefensivo Espanyol

Valverde da instrucciones a Malcom antes de meterlo en el campo    durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el RCD Espanyol

Valverde da instrucciones a Malcom antes de meterlo en el campo durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el RCD Espanyol / periodico

Joan Domènech

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

1. Messi ejecuta la transformación

La entrada de Sergi Roberto y Malcom por Semedo y Arthur fue clave en el desenlace del encuentro. No tanto por el relevo de los laterales (Semedo se dejó ver más que Sergi Roberto) como por las consecuencias que generó la presencia de Malcom, un extremo vertical y profundo. Porque precisamente eso le faltaba al Barça, verticalidad y profundidad. Dicho de otro modo: un futbolista que corra hacia adelante y ofrezca desmarques a sus compañeros, hundiendo de paso a la defensa rival. No lo hacía Messi, en labores organizativas, no lo hacía Suárez, y mucho menos Coutinho.

Valverde sacrificó a otro brasileño (Arthur) y Coutinho pasó a ser interior. A media hora para el final había que arriesgar. Malcom se situó de extremo izquierdo y alargó el campo, desequilibrando la línea de cinco del Espanyol. Rosales se encontró de golpe con dos rivales en lugar de uno: Malcom y Alba. El extremo se equivocó en la primera bola, pero su irrupción en el área anunció la transformación que iba a operar el duelo. La ejecutó Messi, ayudado por Víctor Sánchez en la falta, y la asistencia luego de Malcom en el contrataque.

2. Busquets y Arthur no juegan

Ocho goles en los últimos cuatro partidos lleva Messi, seis en los últimos tres partidos de Liga. Un seguro de vida a pesar de la pubalgia, a pesar de las dificultades que oponen los rivales. El Espanyol pudo controlar a diez jugadores del Barça, pero no a Messi, con un sistema ultradefensivo que Rubi maduró toda la semana a puerta cerrada. Ningún sistema es infalible porque una jugada de estrategia puede desmontar cualquier dispositivo. Una vez desmontado, el Barça pudo trazar un modélico contrataque por el carril central a partir de un saque que Ter Stegen con la mano que duró 12 segundos.

La falta de Messi destrozó el plan de Rubi. Otra vez. Tres de los cuatro goles que le ha marcado al Espanyol han sido de falta directa. Dos en El Prat y otro en el Camp Nou que trató de abortar Sánchez. Rubi acabó satisfecho por el funcionamiento defensivo del Espanyol. Busquets y Arthur, dos hombres clave en la creación de juego azulgrana, pasaron desapercibidos. Ni jugaron. Melendo se echó encima del mediocentro y Granero controló al interior, que no encontró espacios por la acumulación de futbolistas, y fue relevado.

3. Un partido solo para correr

¿Algún futbolista disfrutó en el derbi? El Espanyol jugó a no dejar jugar al Barça, obsesionado con acabar la negra racha de diez años de derrotas ligueras en el Camp Nou. El desenlace continuó la historia. A lo sumo, Rubi habría arañado un empate, porque sin chutar a portería es imposible marcar un gol. El Espanyol no chutó.

Los dos intentos de Óscar Melendo fueron inofensivos. Pese a ser delantero, estuvo los 65 minutos de juego antes de ser sustituido corriendo detrás del balón. Peor experiencia vivió Borja Iglesias, incrustado entre Piqué y Lenglet como mera referencia. Ni un triste balón para retener ni para combinar. Un derbi ingrato a más no poder. También fue relevado por Wu Lei. Los dos delanteros titulares tenían la tarea de cansar al rival. La pretendida labor de desgaste del Barça iba a ser rematada por los suplentes.

El Espanyol llegó vivo al tramo final. A un gol de recuperar el empate que había roto Messi. Pero estaba tan o más cansado que el Barça. De piernas y de cabeza. Hasta entonces había corrido para defender; el último cuarto de hora debía correr para atacar. Demasiado tarde.