"VIVO EL MOMENTO, EL FUTURO NADIE LO SABE"
Aplausos al fin para Coutinho
El Camp Nou celebra el retorno del brasileño, quien admite que no estaba viviendo su mejor momento
El gol más fácil de su vida. Sin duda. A un par de metros de la portería del Lyón y sin nadie delante suyo. El gol más fácil para Philipe Coutinho, necesitado como estaba de una profunda inyección de autoestima. En realidad, se la ganó él mismo. Mucho antes de ese sencillo disparo que daba al Barcelona una cómoda renta. Se la ganó el brasileño con una aparición activa en la noche. Tenía que ser suplente, pero la lesión de Dembélé le abrió la puerta de la titularidad. Por ahí se coló Coutinho, dispuesto a demostrar que no siempre es ese futbolista irrelevante, a veces transparente que deambulaba por el Camp Nou.
Completó sus mejores minutos como azulgrana después de meses llenos de melancolía
A los 10 minutos de partido, el exjugador del Liverpool había dejado su sello conectando de maravilla con Suárez, su viejo socio en Anfield, y descubriendo las líneas de pase que requiere Leo Messi, además de venirse hacia dentro para que Jordi Alba cuidara con mimo su jardín en la banda izquierda. Fueron, sin duda alguna, los mejores minutos de Coutinho con la camiseta azulgrana, teniendo en cuenta el rival y, por supuesto, la magnitud del encuentro.
Aún faltaba, sin embargo, el tiro más sencillo de su carrera deportiva. No tuvo ni qué pensarlo porque Luis le dejó solo después de un excelente control en el que desgarró a la tímida defensa francesa. Coutinho acompañaba la jugada aguardando la generosidad de su amigo. No le falló el uruguayo. No podía errar tampoco él. Al sexto partido después de su gol en Wembley al Tottenham se reencontró con la eficacia perdida. Desde octubre, y por mucho que se pare la Champions en invierno, era demasiado tiempo. Tanto que se había quedado seco también en la Liga desde aquel mes cuando batió al Madrid en el Camp Nou en el 5-1 liguero.
La sequía
A partir de ahí, llegó la sequía. Entró el brasileño en una interminable travesía del desierto dando señales a diario de que le consumía la desesperación. Era un verdadero problema para Valverde porque el fichaje más caro de la historia del Barça se sentía un jugador absolutamente marginal. El técnico perseveró. Como hizo en su día con el rebeldé Dembélé. Como ha hecho siempre que Suárez se ha enemistado con el gol. Paciencia y calma.
Valverde ha tenido paciencia para recuperar al brasileño. Paciencia y confianza
No ha perdido el rumbo el técnico, a pesar de que Coutinho tenía pinta de ser un caso perdido porque parecía atrapado por el estrés. Un estrés futbolístico, ya ni siquiera intentaba realizar su tradicional jugada, regate hacia dentro y disparo desde fuera del área, unido a un estrés emocional. Una combinación explosiva.
Pero resultó ser Valverde quien desactivó todo el lío apelando al sosiego. Cuanto más ruido alrededor de Coutinho, más confianza le transmitía el técnico. Confianza y silencio para apaciguar un entorno que miraba cada vez con más recelo al brasileño.
"Han sido unas semanas, quizá unos meses en los que no estaba jugando bien. Vivo el momento, el futuro nadie lo sabe" (Coutinho)
Hasta que llegó el Lyón y Coutinho se encontró con Coutinho. Hasta él se reconoció pidiendo el balón, moviéndose con astucia, generando un peligro que no se le había visto desde hace meses y meses. Estaba feliz, aliviado, sintiéndose tan feliz que el público del Camp Nou, que sí había perdido la paciencia el pasado sábado ante el Rayo con él, lo despidió con una espectacular ovación cuando abandonaba el campo en la segunda mitad. Se lo merecía.
"Han sido unas semanas, quizá unos meses en los que no estaba jugando bien. He venido acá para evolucionar y ser un mejor jugador, es algo que estoy intentando. Vivo el momento, el futuro nadie lo sabe", ha reconocido el jugador brasileño. "Era un partido importante para Coutinho, está respondiendo en momentos determinados", ha precisado Valverde.
"Era un partido importante para Coutinho, está respondiendo en momentos determinados" (Valverde)
También entendía Coutinho que merecía ese gol tan sencillo, que ni siquiera celebró. ¿O sí? Fue algo ciertamente extraño. Marchó rápidamente a buscar a Suárez, mientras juntaba sus dos manos. Parecía que estaba rezando. O quizá estaba pidiendo disculpas.
No se sabe realmente, pero lo que sí agradeció el propio Coutinho es que se miró a sí mismo y se conoció. Luego galopó Dembélé por su carril y marcó otro gol, pero al menos Coutinho compareció.
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