Análisis táctico

La delantera vuelve a ser de tres

Suárez y Coutinho se colocan al nivel del excelso Messi, un genio que tira dos defensas a la vez con un golpe de cintura

Messi celebra el tercer gol del Barça sobre el Olympique de Lyon.

Messi celebra el tercer gol del Barça sobre el Olympique de Lyon. / periodico

Joan Domènech

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1. Un tridente de verdad

Messi volvió a estar acompañado de dos jugadores de máximo nivel. Luis Suárez y Coutinho lo son. Pero no estaban a su máximo nivel. Ante el Lyon se acercaron a las prestaciones que deberían ofrecer con mayor frecuencia. Su constante movilidad creó zozobra en la zaga de cinco defensas del Lyon pese a su superioridad numérica: eran dos contra tres (Dubois, Denayer y Marcelo).

A esa generosa actividad de los azulgranas que abría líneas de pase y generaba espacios se unió la determinación que exhibieron y la claridad en la última decisión, clave para que el acierto se trasladada al marcador. Suárez forzó el penalti del 1-0 y dio la asistencia del 2-0 a Coutinho, que por un día no mereció la (habitual) sustitución por Dembélé, necesario cuando el partido se rompió, y goleador como los demás.

Por encima de todos, como siempre, gravitó Messi, el infalible Messi. El capitán contestó al triplete de Cristiano con un doblete. Lo revalorizó con las asistencias a Dembélé y a Piqué, de nuevo excursionista, obsesionado en firmar la mejor temporada goleadora de su vida. Lleva ya 7 tantos. Los mismos que Coutinho.

2. Arthur encuentra la vertical

Cincuenta pases acertados de 52 intentados en el primer tiempo y un 98% de acierto antes de retirarse sustituido. El sello de Arthur es indeleble, hasta el punto de que el Barça es uno con él, y otro sin él, independientemente de quien sea su sustituto. Las diferencias respecto a Arturo Vidal son inmediatas y evidentes. El brasileño evoca a Xavi e Iniesta y un estilo que incluso revitaliza a Messi. Si fuera eso posible. El 10 fue capaz de desparramar a dos rivales por el suelo (Denayer y Marcelo) con una simple finta de cintura al marcar el segundo gol.

Arthur encontró la vertical para tirar pases venenosos, uno de los reproches que se le formulaban al joven interior. Es fácil detectar a Messi, y no tanto a Suárez y Coutinho. Pero Arthur les vio a los tres. Vio, además, una escapada en un contrataque que pocas veces habrá hecho en su vida: corriendo solo hacia Gorgelin, perseguido por un rival. Tal vez llegó fundido, acaso sintiera vértigo. Sin fuerzas y sin serenidad por la asfixia, le dio el balón a Messi para que rematara la jugada.

3. Un Lyon que sombrea, un Lyon que presiona

El Lyon empezó y acabó jugando casi uno contra uno en todo el campo para obstaculizar la salida de balón del Barça. El reparto de asignaciones, mixto entre individual y posicional: Fekir, el mediapunta, controló a Busquets y Tousart y Ndombele vigilaron a Arthur y Rakitic. El Barça, habituado a mover la bola bajo presión, no acusó el estrés para hacerla llegar a Messi y que se desatara la tormenta en la parcela visitante.

El dispositivo del Lyon funcionó mejor tras el descanso porque esos marcajes se estrecharon: sus futbolistas dejaron de sombrear y se dedicaron a presionar de verdad. Les convenía agitar el encuentro, eliminados como estaban, y lo consiguieron con un gol ilegal (por falta a Lenglet) y una fase de aparente zozobra sin ocasiones para acariciar el 2-2 que les podía clasificar. "Pasamos un ratito de sufrimiento", admitió Messi. Él zanjó el sufrimiento al anotar el tercer tanto e inaugurar la fase final que terminó en una cabalgata azulgrana.