El equipo A no perdona

Después de que la segunda unidad del FC Barcelona ofreciera alarmantes signos de debilidad en el partido copero del pasado jueves, volvió el equipo A (con menos canteranos pero más 'soldados de fortuna') para superar con mucha solvencia al Eibar (3-0) en el duelo que cerró la primera vuelta de la Liga y que dejó a los de Valverde como campeones de invierno a cinco puntos de su más inmediato perseguidor, el Atlético de Madrid. Fue el del Camp Nou un encuentro sembrado de peligros (y el mal día de Leo Messi no era el menor de ellos) que los de Valverde supieron resolver gracias a la lucidez de Arthur, al enorme trabajo de Luis Suárez y al talento de un Philippe Coutinho felizmente rehabilitado tras una temporada perdido en las tinieblas de la irrelevancia.    

El innegociable sistema de juego del conjunto armero, sustentado en los pases largos, los centros directos al área y, sobre todo, la presión alta (es el equipo de la Liga que más balones roba en campo contrario), invitaba al Barça a aplicarse en la salida de la pelota para evitar las pérdidas y, de paso, explotar la posición adelantada de la defensa eibarresa. El escenario se presentaba, pues, idóneo para que un jugador con la capacidad de asociación de Arthur recuperara la titularidad, y así lo entendió también Ernesto Valverde, que por esta vez prescindió de salida de la aportación agonística de Arturo Vidal.

Talento dosificado

La mayor sorpresa llegó en el frente de ataque, donde Ousmane Dembélé, cuya velocidad parecía conveniente para buscar la espalda de la zaga armera, se vio relegado en beneficio de Coutinho, ese futbolista homeopático aficionado a administrar su talento en pequeñas dosis. El brasileño empezó el partido con el retraimiento habitual, pero ya en el minuto 18 se destapó trenzando una vertiginosa combinación con Luis Suárez que el ariete uruguayo acabó enviando a la red en una posición imposible.

Hasta entonces la pelota había vivido la mayor parte del tiempo en el campo barcelonista, obligados los de Valverde a tirar de paciencia en el inicio de todas las jugadas para poder superar la primera línea de presión del valeroso Eibar. Tras el gol, el Barça empezó a recurrir a los desplazamientos largos en busca de Jordi Alba y de Suárez, un recurso que le sirvió para ir empujando el partido hacia el territorio armero, donde Coutinho, más activo a medida que pasaban los minutos, se convertía en el más destacado de los jugadores locales, compensando, en cierta medida, el inusual absentismo de Messi.   

400 goles

Pero el ‘crack’ argentino, ya es sabido, no necesita estar para dejar huella. Y poco después de la reanudación, en una acción nacida precisamente de un error del 10 que Suárez y Coutinho transformaron en una jugada de peligro, el rosarino puso el 400 en su casillero de goles anotados en la competición liguera. Los 400 goles. Parece el título de una película de la ‘nouvelle vague’ sobre las vicisitudes de un joven futbolista con problemas de arraigo familiar que se escapa de los entrenamientos (como un ‘biopic’ de Dembélé rodado en blanco y negro y con la cámara al hombro). Pero no. Es un registro descomunal solo al alcance de un futbolista: Lionel Andrés Messi Cuccittini.

Con el 2-0 creció el Barça y se deshizo el Eibar. Luis Suárez, que impartió una 'master class' a todos esos 'nueves' que aspiran a tomarle el relevo, envió a las manos de Riesgo un remate de cabeza muy claro antes de aprovechar un saque de banda rapidísimo de Sergi Roberto para coger a contrapié a la defensa visitante y plantarse ante el portero armero con la frase del legendario entrenador del Liverpool Bill Shankly grabada en el córtex cerebral: “Si estás en el área y no sabes bien qué hacer con la pelota, chuta a portería y ya discutiremos las opciones después”. El uruguayo chutó. 3-0. Nada que discutir.

Con el partido en el bolsillo, Valverde dio entrada a Arturo Vidal y a Dembélé, pero tuvo el bonito gesto de dejar sobre el césped a Coutinho como reconocimiento a su estupenda actuación. El jueves hay partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey ante el Levante y el técnico deberá tomar decisiones. La Liga, por el momento, parece bien encarrilada.