LOS FICHAJES DE INVIERNO DEL BARÇA

De Amunike a Murillo, la historia de los fichajes de invierno del Barça

El nigeriano Amunike y el colombiano Murillo, en sus respectivas presentaciones.

El nigeriano Amunike y el colombiano Murillo, en sus respectivas presentaciones. / periodico

Joan Domènech

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Al principio eran fichajes de invierno, refuerzos que adquirían los más poderosos para potenciar las posibilidades de éxito. Con el tiempo se han convertido en soluciones de urgencia para atajar crisis, sean de resultados o de lesiones. Es el proceso que ha seguido el Barça desde el primer jugador que llegó en invierno, Emmanuel Amunike, al último, Jeison Murillo.

Amunike no llegó al Barça para solucionar nada. Fue, en realidad, un fichaje en diferido, que debía haberse concretado en agosto de 1996 y se consumó en diciembre. ¿Por qué? Los más viejos del lugar recordarán que el futbolista nigeriano, centrocampista del Sporting de Lisboa, era una petición de Bobby Robson cuando asumió el cargo de entrenador.

La demora se produjo por dos razones, entre que Amunike no superó dos revisiones médicas de una rodilla maltrecha, la izquierda, y que Josep Lluís Núñez no quiso gastarse 500 millones de pesetas aquel verano después de haber firmado talones por valor de 5.000 millones en ocho jugadores para cerrar la era Cruyff.

Amunike fue una petición de Robson, como la de Van Gaal por Bogarde, que llegó después de no superar dos revisiones médicas

Artrosis en la rodilla

Robson insistió, Amunike llegó en diciembre y Nuñez pagó. Y los médicos acataron las voluntades de los superiores. Amunike jugó 22 partidos aquella temporada (96-97), 4 en la 97-98 y cero en la 98-99. A la siguiente fue dado de baja federativa, sin haberse recuperado de la artrosis en la rodilla izquierda que vieron los doctores.

Tambien en diciembre del año siguiente llegó un fichaje controvertido. También diferido. De Louis van Gaal. Fue Winston Bogarde, que aterrizó procedente del Milan, de donde ya habían volado Michael Reiziger y Christophe Dugarry. Una petición del técnico que Núñez satisfizo porque no había ninguna baja en la defensa. Bogarde duró dos temporadas y media, disputó 60 partidos hasta el 2000 y sus rudas maneras futbolísticas sobre el césped no sedujeron a los culés.

Los De Boer denuncian al Ajax

La colonia holandesa se amplió en el siguiente invierno con las mismas condiciones. El Barça se pasó todo el verano tratando de convencer al Ajax para que le traspasara a Frank y Ronald de Boer. Los gemelos continuaron la matraca denunciando a su club, al que llevaron a juicio, y acabaron en Barcelona. Joan Gaspart negó su fichaje incluso con los dos sentados viajando en el avión. El rendimiento fue desigual. Ronald, que marcó en el debut copero compartido en Benidorm, jugó 55 partidos hasta el año 2000; Frank, titular indiscutible, dejó el contador en 213 en junio del 2003.

En febrero de ese mismo año había conocido a Juan Pablo Sorín, lateral izquierdo argentino. Se lo cedió el Lazio al Barça por la rotura de ligamentos cruzados que había sufrido Fernando Navarro en el penúltimo partido antes del parón navideño. Cumplió más mal que bien en ese semestre dramático, con la dimisión de Gaspart, el advenimiento de Enric Reyna a la presidencia del Barça y las elecciones que ganó Joan Laporta.

Davids llegó con el Barça 12º y a 18 puntos del liderato, y lo dejó segundo, a 5 puntos del campeón

La crisis de los cruzados

A ese club agitado y debilucho vino al año siguiente Edgar Davids, prestado también por la Juventus. Indiferente al hecho de haber sido el verdugo azulgrana el año anterior en la Champions, Frank Rijkaard vio la luz a través de las gafas plásticas del agresivo mediocampista holandés, que marcó la línea. Al Barça dejaron de chulearle. Era el decimosegundo a 18 puntos del Madrid, tras haber sido vapuleado por el Racing (3-0) al nacer el 2004; terminó segundo, a cinco puntos del Valencia.

Davids no siguió. No quiso seguir. Él se lo perdió en un Barça que fue campeón de Liga una temporada después. Los fichajes de invierno, dos, no fueron una necesidad deportiva, sino humana. La plantilla perdió en cuatro meses a Motta, Gabri, Edmilson y Larsson en la insólita crisis de los ligamentos cruzados. Rijkaard se quedó con 13 jugadores. Demetrio Albertini se incorporó cedido por el Atalanta y Maxi López, en cambio, fue un fichaje solicitado por el técnico y por quien se pagaron 5,7 millones de euros. Albertini jugó 6 partidos en medio año y Maxi apenas apareció en 18 en dos temporadas.

Suerte desigual

Meros recambios de necesidad puntual como en un primer momento fue José Manuel Pinto, capitán pero portero suplente en el Celta, en Segunda, cuando Albert Jorquera se rompía los ligamentos cruzados de la rodilla jugando con Catalunya en San Mamés. Nadie pensó, ni el propio Pinto, que el Barça ejecutaría la opciçon de compra (medio millón) al acabar el año, que iba a disfrutar del Barça de Guardiola, que serían tan amigo de Leo Messi y que volvería al Puerto de Santa María con 90 partidos, 15 títulos y convertido en un millonario.

Pinto duró  casi siete años y el pobre Afellay se rompió los cruzados a los siete meses

Menos suerte tuvo el pobre Ibrahim Afellay, que solo disfrutó de medio año de dicha después de haber sido traspasado por el PSV Eindhoven: de enero a junio del 2011. Guardiola necesitaba gente fresca para abordar el nuevo doblete Liga y Champions que iba a conquistar. Afellay se rompió los ligamentos cruzados en septiembre, fue cedido dos veces y dejo el club en el 2014, como Pinto. Participó en 35 encuentros.

Si Coutinho llegó con retraso, el fichaje de Yerry Mina se adelantó, pero triunfó más en el Mundial que en el Barça

Una contratación histórica

A medio camino entre la necesidad real y la aparente se contrataron dos futbolistas en el último invierno. Philippe Coutinho fue otro fichaje retrasado que no pudo culminarse en el mercado de verano. Los 120 millones más unas gentiles variables que se traspasaron de Barcelona a Liverpool sirvieron a los azulgranas para sumar el doblete de Liga y Copa y no entorpercieron mucho al cuadro inglés, que se plantó en la final de la Champions sin su emblema. Coutinho se convitió en el fichaje más caro de la historia del Barça y en el más caro de un mercado invernal.

Si el brasileño fue un fichaje aplazado, el de Yerry Mina se adelantó. Programado para el verano, el Barça pagó un plus al Palmeiras (de 9 millones pactados se pasaron a 11,8) para que el central colombiano se presentara en enero y cubriera el hueco que dejaba Javier Mascherano. Mina (6 apariciones) triunfó en el Mundial, no en el Barça, y fue vendido por 30 millones al Everton.