REPORTAJE EN EL ESTADIO
Siguiendo el fútbol en familia
El Camp Nou parece muy grande en muchos partidos, con asientos vacíos y con muchos 'guiris' paseando de azulgranas y atraídos por la magia de Messi
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Sergi López-Egea / Barcelona
Los chavales se reúnen como si de una costumbre ancestral se tratara en los bares de la calle del Comandante Benítez. Allí sirven cerveza, de la auténtica, con los grados suficientes para turbar las ideas tras unas cuantas cañas. En el interior del Camp Nou el alcohol está prohibido y, además, todo es mucho más caro. Sin embargo, esta temporada no hay una aglomeración exagerada a las puertas de los locales.
Cuesta llenar el Camp Nou y por las calles adyacentes se circula con mayor fluidez. Hasta por el metro, más fácil abandonar el estadio en coche y fantástico para buscar un lugar más idóneo donde seguir el partido, ya en el interior del campo, ante la oferta de sillas vacías; frente al Levante, en la Liga, con el Celta, en la Copa y, también, el pasado domingo contra el Alavés, de nuevo en la Liga.
Un estadio exageramente grande
Por eso, el estadio parece exageramente grande y con menos de 60.000 espectadores en la grada se ven muchos, muchos espacios vacíos, sobre todo en las sillas de la parte más alta del coliseo azulgrana.
No hay que hacer grandes colas y no resulta difícil identificar a los aficionados extranjeros que visten de azulgrana
No hay que hacer colas para entrar ni para acceder al interior del recinto. Y, como ya es habitual, tampoco hay que sorprenderse por las decenas y decenas de turistas, la mayoría de ellos ataviados con camisetas azulgranas, que son los que salvan la papeleta y evitan que el cemento sea todavía más visible.
¿Quiénes llevan la camiseta?
¿Por qué no van los seguidores del Barça con la camiseta de su equipo? Casi se podría afirmar, sin error a equivocarse, que si siguen un partido del Camp Nou por televisión y las cámaras enfocan las gradas cuando aparece un seguidor vestido de azulgrana, no errarán al afirmar que se trata de un extranjero quien seguramente habrá comprado minutos antes de iniciarse el encuentro la zamarra en la tienda oficial del Camp Nou, a la que, por razones comerciales, se puede acceder sin aparentes problemas. Todo parece más familiar. Por eso, los propietarios legales de un asiento enseguida descubren al infiltrado, aunque nada dicen. Solo tienen ojos para Leo Messi.
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