Aspiazu, la mirada fiel de Valverde

El nuevo segundo entrenador del Barcelona acompaña al extremeño desde que empezó su carrera en el Bilbao Athletic

Jon Aspiazu, el segundo entrenador de Valverde.

Jon Aspiazu, el segundo entrenador de Valverde. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Aquel Sestao, una máquina jugando al contragolpe, ya no existe ni tan siquiera como club. Aquel Sestao del entonces novato Javier Irureta (era su segundo equipo) deslumbraba en Segunda División en la temporada 1985-86. Jugaba Valverde (21 años entonces) de extremo derecho, con Mendilibar, actual técnico del Eibar, ejerciendo de extremo zurdo, mientras un medio centro creativo e inteligente elaboraba todo desde atrás.

"Compadezco a Jon, no es fácil aguantarme a mí" (Valverde)

Era Jon Aspiazu, un centrocampista que llegó a debutar en el Athletic y luego ascendió a Primera con el Deportivo de Arsenio Iglesias, el viejo Zorro. "Éramos una cuadrilla en el vestuario", comentó después recordando esos duros inicios en Las Llanas, un estadio que hicieron inexpugnable al punto de que casi subieron a Primera en 1987, ya sin Valverde (se había ido al Espanyol de la mano de Clemente), pero se quedaron en el último suspiro.

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"Ibamos por toda España en autobús", confesó el primerizo Irureta, quien a sus 37 años tenía en su equipo a dos extremos desequilibrantes y punzantes (Txingurri y Mendílibar) y al cerebro Aspiazu. "Salíamos en bus los viernes y volvíamos los lunes a Sestao", recordaba siempre Irureta.

EL FÚTBOL DESDE EL PALCO

Ahí, en esos largos viajes, se forjó una amistad que, 30 años después, todavía continúa. "Compadezco a Jon, no es fácil aguantarme a mí", bromea Valverde cuando le preguntan siempre por su mano derecha allí donde ha ido, desde que inició su carrera en el Bilbao Athletic, el filial (2002-03).

"Ernesto es un tanto peculiar, pero muy razonable y ecuánime" (Aspiazu)

Pero Jon no se ha cansado, capaz incluso de hacer las maletas para ir, y hasta dos veces, a Grecia siguiendo los pasos de su amigo de la cuadrilla de Sestao. "Es un hombre un tanto peculiar, pero muy razonable y ecuánime", dice sobre su jefe. "Puede que yo sea un poco más echado para adelante y él, en cambio, más reflexivo", argumenta.

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Como dijo un día Iríbar, quien entrenó a Azpiazu (83-84) en el filial bilbaíno, era "un chaval ejemplar", que sedujo a Valverde por su carácter abierto y su exquisita complicidad con los futbolistas. Jon mira siempre el fútbol desde el palco, Ernesto desde el césped.