El Barça, o la fuerza oculta detrás del tridente

El equipo firma cinco meses casi perfectos impulsado por la contundencia de Messi, Suárez y Neymar y por el equilibrio y la cohesión recuperada en el juego

Messi y Juan Carlos, el portero del Rayo, se abrazan tras una acción que acabó en gol, pero fue anulado.

Messi y Juan Carlos, el portero del Rayo, se abrazan tras una acción que acabó en gol, pero fue anulado. / periodico

MARCOS LÓPEZ

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Hasta Luis Enrique, un tipo prudente, meticuloso en la elección de las palabras para no cometer ningún resbalón, tuvo que rendirse a la evidencia después de la goleada al Rayo. «Cuando este equipo está a este nivel de acierto e intensidad es muy difícil pararnos», contó el técnico azulgrana en Vallecas, orgulloso de la obra construida durante los cinco últimos meses. Una obra monumental porque trasciende de unos números insólitos en el fútbol español (35 partidos sin perder, 107 goles a favor y solo 20 en contra) después de haber recuperado el equilibrio y la cohesión en su juego. Detrás del tridente, y esa fuerza descomunal que irradian Messi, Suárez y Neymar, hay muchas otras y valiosas cosas.

CON LOS DEBERES HECHOS

Algunas se ven a primera vista; otras, en cambio, no. Pero el Barça de Luis Enrique está a punto de entrar en la primavera con todos los deberes hechos: líder con ocho puntos de ventaja sobre el Atlético (segundo) y mirando con prismáticos al Madrid, que lo tiene a 12 puntos buscando desesperadamente su identidad, dudando ya de Zidane, pese a que el francés apenas lleva un par de meses. Líder de la Liga, finalista de la Copa, virtual cuartofinalista de la Champions (0-2 en la ida con el Arsenal en Londres) y la sensación de que se acerca a las grandes cumbres revitalizado y lleno de energía, con recursos de todo tipo para manejar los partidos.

ATAQUE POSICIONAL O CONTRA

En Vallecas, sin ir más lejos, el equipo de Luis Enrique interpretó con astucia el juego. Con el tridente puede jugar ataque posicional y ganar casi siempre. Con el tridente, además, puede jugar a la espalda de los atrevidos, a veces suicidas, defensas de Paco Jemez y volverse a casa, como hizo Messi, con el balón. La prueba de otro triple para la estrella argentina, quien, tras estar dos meses lesionado, llega fino y, sobre todo, muy preciso a las cuestas finales de la temporada. No es nada casual que haya coincidido, por ejemplo, con el pequeño descenso de Suárez (0 goles en los tres últimos partidos) o Neymar (un tanto en los cinco últimos). No importa. Está Leo.

 Con el mejor Messi de vuelta, lleva seis goles en apenas 10 días, el Barça se siente casi indestructible, por mucho que Luis Enrique sostenga que no tiene esa sensación. Pero sí sabe el técnico que maneja opciones diferentes para llegar a la victoria, capaces, además, los jugadores de interpretar los partidos como, por ejemplo, hizo Bravo en Vallecas. Más que un portero parecía un centrocampista, encargado de lanzar los balones en largo para superar la presión del Rayo y conectar lo antes posible con el tridente. «Con Claudio y los tres de arriba hemos generado mucho juego. Estuvimos muy acertados», dijo feliz el técnico porque esa solución táctica utilizada por el Barça, unida al control emocional del partido en la primera parte, provocó una tranquila visita a Vallecas. «El portero es el único que tiene libertad ante la presión», recalcó Luis Enrique.

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El portero, o sea Bravo, realizó 20 pases contra el Rayo. Solo erró cuatro. Pero el criterio del meta chileno, que ejecutó en largo nueve pases de esos 20 pases, resultó fundamental para desconectar al equipo de Jémez. Juega el Barça con una autoridad espectacular, sin acusar lo que todos calificaron la crisis pos Mundial de clubs. Desde que se ciñó la corona en Japón, el equipo suma 16 victorias y dos empates: 0-0 en Cornellà con el Espanyol (Liga) y el intrascendente 1-1 en Mestalla con el Valencia (vuelta de la Copa) tras el espectacular e inapelable 7-0 de la ida.

 El tridente decide, gana partidos y falla penaltis. Pero el equipo, cohesionado, fiable, capaz de sufrir y salir vivo de Málaga, Levante, Las Palmas..., es un pilar imprescindible para entender la dimensión de la obra que ha levantado en un otoño e invierno irreprochable. Para Ter Stegen en Londres, para Bravo en Vallecas, emerge el mejor PiquéIniesta enciende la luz y Rakitic, un todocampista, igual es media punta (Mestalla) que interior. Donde no llegan los otros, llega Messi.