La gala del Balón de Oro

«Jaume, este chico debe ser entrenador del Barça»

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

EL DELEGADO ENRIQUE PIMPINELA «Jaume, este chico debe ser entrenador del Barça»

Escondidos en el estrecho y oscuro túnel de vestuarios, mientras un grupo de jóvenes del Barça B realizaban el calentamiento previo sobre un césped artificial que abrasaba de tanto calor, dos maños charlaban del fútbol, de la vida y, por supuesto de su tierra. «Te digo una cosa, Jaume. Este chico debe ser entrenador del Barça», le decía Enrique Pimpinela a Jaume Langa, exmasajista del primer equipo azulgrana en la época deldream teamde Johan Cruyff, donde coincidió con ese chico, y ahora el hombre que mimaba las piernas de tanto joven ilusionado. «¡Ojalá Dios te oiga!», respondió entusiasmado Langa cuando ni siquiera el balón se movía sobre esa hierba artificial.

«Lo tiene todo, creéme y se lo dije tanto en Premià como en el Mini», insistía el delegado con traje y corbata, vestido para la ocasión, sabiendo que vivía algo extraordinario. «Jaume es mañico como yo. Es paisano mío». Era antes delegado, ahora es tesorero como fue en su día entrenador de cadetes, juveniles, infantiles... Casi media vida viendo fútbol, el auténtico fútbol. Esos sabios anónimos que se pasean las mañanas de los domingos por cualquier campo de regional. Langa, asentía.El Maño, así le llaman, seguía hablando.

No solo quería que Dios lo oyera sino que estaba convencido de que iba a ser así. ¿Y elchicodónde estaba? Ajeno totalmente a ese diálogo, compartía confidencias con Tito Vilanova y repasaba mentalmente los apuntes de Doménec Torrent y Carles Planchart, los especialistas en el otro fútbol. «Al acabar el partido Guardiola dijo que el balón botaba como un conejo. No le faltaba razón. La primera parte fue de ellos, la segunda nuestra». Tanto botó que resultó casi imposible de gobernar en 90 minutos. ElMañotenía razón.

EL JUGADOR EMILIO GUERRA, NUEVE DEL BARÇA B «Lo estudió todo, como si fuera un duelo de Primera»

La voz de Emilio Guerra, un trotamundos del fútbol modesto (juega en el Puertollano en Segunda B), suena feliz cuando le nombran a Guardiola, el técnico que le llevó al Barça B. «Claro que me sorprendió Guardiola como entrenador, lo estudió todo antes de jugar contra el Premià. Preparó el partido como si fuera de Primera», explica el delantero, rememorando aquella mañana.

«Habló mucho con nosotros esa semana. Lo hacía siempre. En el trato personal, era espectacular como motivaba a cada jugador», dice Guerra. Le cuesta recordar, pero luego interrumpe la charla cuando se le agolpan las últimas ordenes del técnico: «Tú, Guerra, tranquilo. ¡No desesperes! Haz el campo grande, no te quedes estático, baja y asóciate con los interiores. Ven, pero no mucho, que este campo es muy pequeño», le recomendó.

«Tuve una oportunidad, pero no marqué. Pero con el míster aprendí a moverme mejor, a conectar con los compañeros, aprendí mucho», recuerda. «Es un pedazo de entrenador. ¿Una palabra? Perfeccionista. Tenía clara su idea y lo mejor era cómo la explicaba», dice mientras sale su único lamento. «Ahí estaba Pedrito y otros que ahora juegan en Primera. Todos tuvieron buena salida, menos yo».

EL RIVAL QUIM AYATS, TÉCNICO DEL PREMIÀ «Al primer balón, ya ví que sabía cómo jugábamos»

Quim Ayats es ahora el Guardiola del Llagostera, un equipo de Segunda B, y el Zubi del Llagostera. O sea, entrenador y secretario técnico al mismo tiempo. Pero todavía conserva frescas imágenes de aquel Premià-Barça B. «No, no era un partido más. Ya durante la semana lo fuimos viendo. Luego, al entrar en el campo, había casi 2.000 personas. ¿Cuántas venían habitualmente? 400 o 500. No más», explica mientras se le agolpan detalles tácticos. «Se encontraron con un Premià que llevaba dos años confeccionado un equipo para Tercera con un tipo de jugador donde lo importante era la técnica, basado, claro está, en el juego de toque», dice Ayats, aunque para Guardiola no fue sorpresa.

«Sé que una semana antes nos vio en un partido de fiesta mayor en Vilassar. Fue muy discreto, como es él. Vino sin hacer ruido, ni nos saludamos, y se fue, seguro que antes de acabar el partido. La discreción es una de las bases de su éxito». Ese partido de espionaje le fue de maravilla al entrenador del Barça B.

«Nosotros salíamos desde atrás con el pase de Suriñach nuestro portero, con el pie o con la mano. Al primer balón, nos vinieron a apretar y pensé: 'Mira, el muy puñetero'», dice sonriendo Ayats. «En ese primer balón vi que ya sabía cómo jugábamos y le dije a Suriñach: '¡Cambia, cambia! ¡Hazlo más rápido aún! Tuvimos que correr más riesgos, claro!», afirma tras recordar ese primer pulso táctico del inicio. «Me acuerdo que en los últimos minutos, cayó un jugador del Barça B delante de los banquillos y vi a Pep cogerle al instante de la solapa y levantarlo como si fuera una pluma. 'Venga, no te quejes. ¡A correr que nos pueden marcar'». Corrió, no marcó nadie y el partido terminó como empezó: 0-0.

EL PERIODISTA SANTIAGO SEGUROLA «¿Quién es ese 'siete'? Es Pedrito y a mí me gusta»

«Me prometí a mí mismo que iría al primer partido de Guardiola como entrenador, ya fuera de cadetes, infantiles, juveniles...» Y ahí fue Santiago Segurola, elegido recientemente premio Vázquez Montalbán de periodismo, camino de Barcelona a Premià con unos amigos. «Me encontré un ambiente familiar, cercano, un campo de pueblo auténtico, con un árbol enfrente de la tribuna principal». Pero Segurola, adjunto al director del diarioMarca, se topó con una sorpresa. «No vi el eco que esperaba en el periodismo por el regreso de Guardiola. Sí lo vi en la gente. Había mucho público como si ellos percibieran, de verdad, la importancia de ese partido», cuenta Segurola. «Era todo muy entrañable, Estaba Cristina, su mujer, en la grada, un ambiente muy futbolero».

Con ese clima, la pelota se puso a rodar. «Fue un partido muy intenso, ellos eran grandes, fuertes y el Barça B era un equipo tierno, recién hecho. Recuerdo el entusiasmo con que vivió Guardiola el partido. Siempre pensé que tenía algo especial, que estaba destinado, tenía algo». Al acabar el partido, Segurola bajó al vestuario antes de escribir su crónica para Marca(llevaba apenas un mes) y le preguntó a Guardiola: «¿Quién es ese siete?». «Es Pedrito y a mí me gusta», respondió.