El pulso que viene

La dimensión desconocida

Barça y Madrid afrontan la cómoda cita en la Champions antes de vivir un episodio excepcional que les llevará a jugar cuatro clásicos en 18 días

Guardiola, durante el partido contra el Almería.

Guardiola, durante el partido contra el Almería.

DAVID TORRAS
BARCELONA

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con permiso de Pep Guardiola, que no consentirá hablar del Madrid mientras esté en juego la Champions, el Barça está a punto de entrar en un túnel que le conducirá a la dimensión desconocida. Nadie hoy es capaz de imaginar lo que ocurrirá en este extraño episodio de 18 días que provocará una sesión nunca vista de cuatro clásicos. Nadie sabe qué final espera al Barça a la salida de este trayecto. De entrada, lleva las de ganar. Pero con la Liga medio perdida, el Madrid de Mourinho peleará como nunca para no quedarse otro año en blanco. Y ahí, en ese fenómeno paranormal, no hay manera de saber si se cumplirán las reglas del juego que se han impuesto en la Liga y que el 5-0 retrató.

Antes de meterse ahí dentro, al Barça le espera otro viaje, largo también pero menos apasionante. El equipo, sin Iniesta sancionado, vuela hoy a Donetz con un cinturón de seguridad a prueba de la peor de las turbulencias, un 5-1 que al igual que el 4-0 del Madrid al Tottenham, conducen irremediablemente a resolver en dos clásicos quién seguirá rumbo a Wembley. Por más que Guardiola se esfuerce, es difícil que los culés no salten por encima del Shakhtar, y tengan la cabeza puesta en el Bernabéu y en Mestalla, y que les ronden pensamientos muy distintos, desde los que desean ir el sábado con todo hasta los que especularían con los 8 puntos de ventaja y evitarían riesgos de cara a la Copa.

Será el primero de una serie de debates. Los cuatro clásicos darán para mucho. Pero poca broma. Hay demasiado en juego y es fácil pensar que Mourinho no va a quedarse en silencio como ha hecho este fin de semana. De momento, igual que Guardiola, ha encerrado al equipo y ha lanzado también la consigna de dejar el Barça de lado hasta eliminar al Tottenham. Pese a ese silencio, en el vestuario se aferran a una esperanza que pasa por ganar el primer duelo. «Que nadie piense que la Liga está acabada», advirtió Casillas.

El mismo discurso que Guardiola insiste en trasladar a los suyos y que hoy repetirá ante el duelo de la Champions. No hay nada ganado y hay mucho a perder. Pero al Barça nadie le robará el valor de haber llegado donde está viniendo de donde viene. Porque, después de tanto éxito, lo más fácil es dejarse ir y caer en un agujero negro.