Mirotic se exhibe ante el Obradoiro y Vesely se lesiona

A fuerza de afinar su perfil más altruista en beneficio del equipo y de verlo en el día a día en las últimas temporadas, la figura de Niko Mirotic aparece a menudo terrenal. Pero cuando se desata, como ocurrió en la visita del Obradoiro al Palau, emerge con su reconocible aura de estrella.

 Solo necesitó 20 minutos en cancha Mirotic para echarle al lazo al triunfo. Sus 27 puntos y 10 rebotes con  40 de valoración, 15 puntos sin fallo en el tercer cuarto, acabaron con la resistencia del equipo de Moncho Fernández (94-77), que exige siempre al rival y complicó, por momentos, el triunfo a los azulgranas, que siguen líderes de la Liga Endesa a falta de dos jornadas y se jugarán el primer puesto este domingo en la cancha del Baskonia.

Pendientes de Vesely

La excelente noticia que supone el gran momento de Mirotic a una semana de la Final Four de Kaunas se vio empañada por un detalle que deja un poso de preocupación: Vesely dejó el partido en el primer cuarto y no volvió debido a un fuerte dolor lumbar. El club facilitó un parte médico para confirmar su baja y para explicar que su presencia en los próximos encuentros quedará a expensas de su evolución. También dio el susto Jokubaitis, que dejó sangrando la cancha tras recibir un codazo involuntario de Guerrero en una ceja. El base lituano sí volvió a la pista.

Jugó con descaro y valentía el Obradoiro, con una gran actuación ofensiva de Robertson y muy buena aportación del joven interior lituano Marek Blazevic, de 22 años, en algún momento un punto provocador. El equipo de Santiago dominó el primer cuarto (15-21). Pero el Barça, que inconscientemente intentó reservar fuerzas, acabó por encenderse y recondujo la situación en el segundo pacial, en el que solo concedió 11 puntos en defensa, y en el tercero, en el llegó la exhibición de Mirotic y anotó 33 puntos para disparar sus ventajas hasta los 18 puntos (68-50).

Eso permitió al Barça garantizarse un tramo final de encuentro algo más tranquilo, aunque el Obradoiro, por orgullo, peleó hasta el final, con un Westermann muy entonado.