Mirotic conduce al Barça a una victoria de carácter en Atenas

 El Barça arrancó del OAKA, la exigente cancha del Panathinaikos, una de esas victorias que fortalecen al grupo y disparan su autoestima (82-85). Es la octava consecutiva de los azulgranas en la Euroliga. Fue un triunfo sufrido, casi agónico, por la capacidad de resiliencia del equipo griego, que entró en el último minuto y medio con 11 puntos en contra (70-81) y peleó hasta el último segundo para cambiar su suerte. Frente a eso, emergió Nikola Mirotic con otra actuación mayúscula (20 puntos, 7 rebotes, 4 asistencias, 32 de valoración), que impulsó al equipo a creer en sí mismo, a mostrar una enorme fortaleza mental en la segunda parte para darle la vuelta al marcador y a superar sus numerosas bajas.    

No pudo empezar mejor el Barça en Atenas, con una exhibición ofensiva de Laprovittola, que hizo saltar por los aires la defensa zonal que estableció el Panathinaikos de inicio (2-10). Pero el big bang anotador del base argentino (11 de los 16 primeros puntos) no encontró continuidad en la dinámica de un equipo que arrastra mucho desgaste (el domingo jugó en Tenerife, el martes en Belgrado) y que por el camino, esta semana, ha perdido dos piezas más: Sergi Martínez, con un esguince de tobillo, y Nigel Hayes, diagnosticado con covid.

La receta que aplicó el Panathinaikos fue sencilla: despliegue físico, intensidad, agresividad en defensa, las mismas que le han llevado a someter en su cancha del OAKA rivales del pedigrí de Fenerbahçe, Efes o Zenit San Petersburgo. Con cinco bajas en la plantilla, al Barça se le atragantó ese planteamiento en toda la primera mitad. Así consiguió  el conjunto griego recuperar el equilibrio en el primer cuarto (26-26) y después establecer diferencias claras (49-41) tras un segundo parcial que dominó con mucha autoridad con su dominio del rebote, con el protagonismo del gigante Papagiannis, su capacidad para desplegarse al contrataque y con  unos minutos de inspiración del exUnicaja, Nedovic.

Cambio de energía

El Barça cambió la dinámica sobre todo, por la energía que logró desplegar en la reanudación. Jasikevicius sostuvo la apuesta con un equipo muy grande, que ya insinuó en los primeros minutos, con Davies y Smits en las posiciones interiores y Mirotic en la de alero, como hizo en muchos partidos en la NBA, un planteamiento que generó muchos problemas a la defensa del Panathinaikos. Los azulgranas pasaron a dominar el rebote con una autoridad inesperada, adueñándose de muchos rechaces bajo el aro griego que le facilitaron segundas oportunidades. La consecuencia fue un vuelco radical en el guion del partido a favor de los azulgranas, con un parcial de 15-27 en el tercer cuarto, que dejó la iniciativa en el lado del cuadro catalán (64-68).

En esa fase decisiva, fue cuando el liderazgo silencioso de Mirotic se hizo más patente, con varias acciones de canasta y tiro adicional, que llevaron a los azulgranas a abrir un colchón muy sólido en el tramo final. Eso fue lo que le permitió aguantar las últimas embestidas del equipo griego, entregado a una presión agobiante, que el pulso firme de Mirotic y Kuric desde el tiro libre acabó de desconectar.