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Jesús Garay dirige a Diana Gómez y Ariadna Cabrol en 'Eloïse', historia de iniciación y desconcierto adolescente

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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A Jesús Garay (Los de enfrente, Mirando al cielo) le sedujeron la «luminosidad» de Diana Gómez y el halo «enigmático» de Ariadna Cabrol, las dos acertadas protagonistas de Eloïse, un pausado drama de amor lésbico que llega hoy a las pantallas tras su presentación en la Seminci de Valladolid. Dos jóvenes actrices que se descubren al gran público tras pequeñas intervenciones en cine y televisión. «Elegirlas fue lo más difícil de todo; tenían que ser caras creíbles, muy jóvenes y capaces de emocionar. Y había además escenas muy delicadas y embarazosas», aduce Garay, que define la película como una «historia de amor precario y desconcertante».

El director cántabro huye del erotismo directo y morboso, y desliza su cámara con delicadeza para contar la relación entre Asia (Gómez), una universitaria de 18 años, y una misteriosa estudiante de arte, Eloïse (Cabrol), para la que se presta a hacer de modelo. «Al público ya no le interesa el puro erotismo; hace 30 años podía tener su interés, pero he preferido enfocar más la ternura que existe entre ellas; subrayar el miedo y la contención que guían a la protagonista al abrir una puerta que no conoce», justifica el realizador.

A Gómez (en cuyo currículo figuran Atlas de la geografía humana, La comunidad, La vía Augusta y Águila roja), la incursión en el lesbianismo y el desnudo en su primer papel protagónico le resultó menos pudorosa de lo previsto. «Pensé que pasaría vergüenza en algunos momentos pero todo estaba muy cuidado y coreografiado, y las escenas son de una belleza plástica preciosa. Que la relación ficticia sea con una mujer o un hombre me es indiferente», arguye.

Despertar a lo desconocido

Basada en un guión de Cristina Moncunill, la historia arranca en la habitación de un hospital, donde yace Asia, en estado de coma. Junto a ella aguardan su novio (Bernat Saumell) y su madre, una mujer implacable y amargada (Laura Conejero). La narración recorre en flash-backs el viaje iniciático y desazonante de la chica hacia un mundo desconocido de sentidos y sensibilidad. «Lo que más me atrajo del relato fue su lado trágico, misterioso y oscuro, y los conflictos que vive Asia», explica Garay, que eligió a Conejero para el papel de castradora progenitora de la protagonista. «Yo soy la mala de la película, una mujer con un pasado difícil, separada e intransigente con su hija», tercia la actriz catalana.

En su próxima película, El viaje, Garay se sumergirá en las obsesiones de un fotógrafo fascinado por una mujer que se exhibe en el ciberespacio. El guión es suyo y transita entre el mundo real y la fantasía. «Hablo de las fijaciones, de la obsesión de un hombre por una mujer que le recuerda a alguien de su pasado. Es una historia muy poética sobre los fantasmas que nos persiguen», apostilla.