entrevsita con el Director de cine

William Friedkin: «Siempre me ha fascinado ir más allá de lo aceptable»

Compañero generacional de Coppola, Scorsese y Spielberg, ha recibido un premio honorífico en el Festival de cine de Locarno.

William Friedkin.

William Friedkin.

NANDO SALVÀ
LOCARNO

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–En su libro Moteros tranquilos, toros salvajes

–Ese libro que fue muy polémico, pero no es nada más que eso, un libro. Si, llamándome suicida, Biskind se refería a mi interés por el riesgo, por dirigirme a lo desconocido y explorarlo todo lo posible, tiene razón. Cuando tenía 12 años e iba a la escuela andando, cada mañana pasaba por una casa abandonada donde una niña había sido descuartizada, y no podía evitar entrar. Me fascinaba. Siempre he tenido un deseo irrefrenable de ir más allá de lo aceptable, de empujar a la audiencia a lugares poco confortables.

–Así lo demostró sobre todo en El exorcista

–Bueno, yo creo que la principal razón de su éxito no es tanto su capacidad para crear terror como el hecho de que habla del misterio de la fe, que es algo en lo que todos estamos interesados. Hasta quienes se consideran a sí mismos agnósticos tienen fe y se interesan por el conflicto entre el bien y el mal. Quien se define como no creyente, está negando la creencia en algo y, por tanto, reconoce la existencia de algo en lo que creer o no.

–Dos años antes del éxito de El exorcista, El exorcistaFrench Connection

–Yo no pienso en esos términos. En su momento, cada una de mis películas ha sido el proyecto más ambicioso de mi carrera. Lo paso verdaderamente mal haciéndolas porque en todas ellas me planteo grandes desafíos. En Vivir y morir en Los Angeles (1985), por ejemplo, uno de mis objetivos fue rodar una persecución de coches todavía más espectacular que la de French Connection. Siempre me la he jugado, y es verdad que en ocasiones he perdido, pero esa es otra historia.

–¿Cuáles de esos fracasos le dolieron más?

–A la caza (1980), por ejemplo, no fue exactamente un fracaso, pero mucha gente terminó odiándola porque la consideraron homófoba. Siempre que haces una película sobre una minoría y tu retrato no consigue ser enteramente positivo, está claro que vas a provocar mucho resentimiento en el público que acude a verla. Carga maldita (1977) fue un gran fracaso, pese a que sigo creyendo que era una gran cinta de ciencia-ficción. Lo que pasó con ella fue que le perjudicó mucho estrenarse justo después de La guerra de las galaxias.

–¿Es usted de los que cree quei>La guerra de las galaxias cambió la forma de entender las películas?

–Qué duda cabe. Respeto el trabajo de George Lucas, pero contribuyó a convertir el cine en una industria de fast food.

–¿Es esa la opinión que tiene del cine actual?

–Para ser sincero tengo que confesar que no veo muchas de las películas que se estrenan. No creo que el momento actual sea especialmente bueno para el cine americano. Pero ¿quién sabe? Nunca pensé que el cine que hacíamos en los años 70 tendría el prestigio que tiene actualmente. Pero eran películas que se caracterizaban por tener un perfil muy personal, mucho más que las adaptaciones de videojuegos.

–¿Y no cree que tal vez a los cineastas americanos de los 70 se los mitifica en exceso?

–Sí, porque nuestro cine significó una ruptura bastante llamativa y evidente con el sistema de estudios que había en Hollywood. De todos modos, para mí la verdadera edad de oro que ha vivido la industria del cine fueron los años 30, los 40 y los 50. Pocas películas de los 70 están a la altura de Casablanca, Ciudadano Kane o El tesoro de Sierra Madre. Entonces sí que se realizaban auténticas obras maestras.