capítulo 4

"¿Ya salió el Capitán Trueno?"

EL PERlÓDICO DE CATALUNYA y COM-Ràdio promueven que una calle de Barcelona se llame Capitán Trueno, el héroe creado por Víctor Mora y Miguel Ambrosio Zaragoza en 1956.

Los quioscos fueron el punto de encuentro entre el héroe y sus pequeños lectores

CATALINA GAYÀ
BARCELONA

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Eustaquio Fadrique e Isabel Morata saben qué es enfrentarse a un puñado de niños hambrientos de Capitán Trueno e impacientes por leer la historieta de la semana. Ser los dueños de cuatro quioscos y hasta de una biblioteca en la desaparecida estación de metro de Correos son todo un doctorado en los quehaceres de Trueno. Inevitablemente cualquiera que comprara Trueno a finales de los 50, en los 60, en los 70 u 80 recuerda el quiosco en el que lo hacía. "¿Ha salido el Capitán Trueno?, era la pregunta de los viernes, y si se acababan, había niños que hasta se ponían a llorar. Es el tebeo que más se ha vendido. Ni de los Simpsons hemos vendido tantos como del Capitán Trueno", explica Isabel.

En casi 40 años como vendedora, confiesa que nunca abrió un tebeo. No sabía nada de las aventuras del Capitán, Goliat y Crispín. La existencia de Sigrid era algo etéreo hasta que su hijo, en 1990, le puso a su nieta Sigrid, en honor a esa reina nórdica por la que suspiraba en el quiosco de sus padres. "Mis amigos no saben quién es, quienes la reconocen son los padres y siempre me lo dicen", explica Sigrid Fadrique, de 17 años, mientras su abuela desgrana una historia que a ella le queda muy lejos. "Venían los niños y pedían el Capitán Trueno o lo compraban las madres. Algunos niños se sentaban en el suelo a leer y teníamos que echarlos porque montaban un jaleo...", explica Isabel. Su esposo, Eustaquio, asiente. Él era el que los echaba.

Eran tiempos de personajes heroicos, de cromos sorpresa, de los primeros Chupa Chups a peseta, de ropa que olía al borreguito de los anuncios, del trueque de tebeos o de cromos frente a los quioscos, de padres que a regañadientes compraban las historietas y de madres complacientes con sus hijos varones. El Capitán Trueno era coto privado de caza masculino. Para las niñas, La Florita o Azucena aunque muchas niñas acababan leyéndolo de prestado --o de robado-- de sus hermanos.

El acuerdo con la pandilla

Colita, la fotógrafa, tenía unos 15 años cuando salió el Capitán Trueno. Ejercía de hermana mayor y se imponía a su hermano Felipe que cada semana llevaba el tebeo a casa. "Mi hermano pequeño lo compraba y yo se lo quitaba. El Capitán se merece la calle, fue uno de los líderes más populares tanto de catalanes como de españoles", dice Colita. Isabel no recuerda a ninguna niña que comprara el Capitán. Muchísimos niños, muchas madres y padres, que compraban El Noticiero Universal y El Capitán Trueno para sus hijos.

Cada viernes, una pandilla de niños del barrio de Can Baró merodeaban por el quiosco de la señora Isabel Eslava, en Gràcia. El objetivo era robar algún Capitán Trueno de los que ella tenía expuestos en su pequeño quiosco de madera. Conxita Balleró, la hija de la señora Isabel, explica que su madre llegó a un acuerdo con el jefe de esa pandilla: se los prestaba si los leían sentados en el suelo y luego los devolvían.

Conxita los veía detrás del quiosco mientras ella se preparaba para ir a repartir los periódicos. Ese acuerdo cerró la batalla y se alargó varios años hasta que a esos niños les salieron los primeros pelos y dejaron, por unos años, al Capitán Trueno. Luego, por supuesto, muchos regresarían a él.

¿Bailará el Capitán Trueno en las discotecas? Continuará...