Biomedicina

Los exoesqueletos de Gogoa, en la puesta a punto para encontrar inversores

El objetivo de esta empresa vasca es salir al Mercado Bursátil Alternativo (MAB) en dos o tres años

Exoesqueleto de Gogoa Mobility

Exoesqueleto de Gogoa Mobility / Gogoa

María Refojos

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La empresa vasca especializada en biomedicina y equipamiento Gogoa Mobilty Robots se adentra en una nueva fase orientada al crecimiento. Hace unas semanas anunciaba su incorporación al Entorno Pre Mercado (EpM), la aceleradora de pymes de  Bolsas y Mercados Españoles (BME), con la vista puesta en un objetivo claro: “Salir al mercado en dos o tres años”. Así lo asegura su director general, Carlos Fernández, quien explica que formar parte de este programa supone fundamentalmente aplicar el máximo “orden, rigor y transparencia” a toda la gestión económico-financiera. 

Un paso que desembocará, de forma inequívoca, en el salto al Mercado Alternativo Bursátil. Y mientras llega este desenlace, la compañía aspira a animar a posibles inversores con la “garantía” de que “el que invierta ahora va a tener más fácil conseguir un retorno en la inversión con un valor mayor”, plantea el directivo.

Diferentes escenarios

Conseguir financiación es vital para el desarrollo comercial de Gogoa Mobility, cuya actividad se centra en el diseño y fabricación de exoesqueletos portátiles que facilitan el movimiento y contribuyen a la rehabilitación de pacientes con ayuda de la tecnología y la inteligencia artificial. Tras marcar un hito en verano de 2018, al ser la primera compañía europea en conseguir la certificación europea para uno de sus modelos de exoesqueleto (Hank), sigue peleando contra los elementos en España mientras que -según explican- sus competidores trabajan sobre terreno abonado.

Dos de las tres empresas estadounidenses con las que se miden cotizan en el Nasdaq, con capitalizaciones de 125 y 150 millones de dólares, mientras que su rival japonés debutó en el Nikkei con una capitalización bursátil de 1.600 millones de dólares. A su vez, la empresa francesa que obtuvo el certificado CE un año después que Gogoa ha logrado levantar más de 27 millones de euros de inversión. “En cambio aquí en España ha sido imposible captar ni un euro de inversión; no hay ni un fondo de venture capital ni parecido que esté interesado en invertir en equipamiento”, lamenta Fernández.

Hay, sin embargo, espacio para las lecturas positivas, ya que el interés y el potencial de crecimiento que se ven en Estados Unidos o en Japón poco a poco se van reflejando en Europa, el principal mercado de los vascos. Ha influido de forma positiva también el protagonismo que la pandemia ha otorgado a la salud: “En estos últimos meses sí se está viendo un poco más de interés”, señala el director general de Gogoa Mobility. “Es posible que la gente esté viendo que este tipo de tecnologías pueden ser una apuesta de futuro que en un momento determinado puede tener rentabilidades interesantes”, añade.

'Spin off' del CSIC

Gogoa Mobility nace en 2015 como una spin off del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la localidad  guipuzcoana de Urretxu con instalaciones que se ampliaron  posteriormente a Mallabia (Bizkaia), donde se fabrican los exoesqueletos. La primera fase de trabajo se enfocó en transformar los prototipos y la tecnología desarrollada a lo largo de más de 12 años por el Instituto Cajal en productos que pudieran ser vendidos, lo que implicaba tanto la industrialización como la certificación de los  diferentes productos.

La empresa, con una plantilla de 12 profesiones de alta especialización, sigue colaborando con el CSIC pero funciona de forma totalmente autónoma desde el punto de vista de desarrollo de producto, ingeniería, etc. Y siguen dando todo el peso al área de I+D+i, que representa el 70% de su actividad, con un volumen acumulado de inversiones de 4 millones de euros. 

La investigación y la innovación son el secreto de sus “resultados espectaculares” en personas con ictus, con daño cerebral adquirido o con lesiones medulares parciales. Según afirma Carlos Fernández, hay casos en los que el paciente “ha conseguido volver a andar o ha mejorado muchísimo sus patrones de marcha”. 

Cómo funcionan

¿Cómo se consigue? Cuando te colocas el exoesqueleto, que es como una armadura moderna, mecanizada y automatizada, su sistema compensa lo que el enfermo no puede hacer con la tecnología. Gracias al uso de la inteligencia artificial mide el alcance, fuerza y velocidad del movimiento, lo adapta a un patrón de marcha predefinido, y lo complementa. “Esto lo que produce es que tu cerebro y tus conexiones, con tus músculos, vuelven a aprender a andar”, señala.

La rehabilitación de la movilidad es la principal función de los modelos desarrollados por Gogoa y se comercializan a centros de rehabilitación y hospitales, con un uso de equipamiento para tratamiento sanitario. "Para personas con un daño cerebral adquirido, casos de ictus, una lesión medular parcial, traumática o tumoral, o personas con enfermedades neurodegenerativas (ELA, Parkinson, ataxias...)”, enumera el directivo. 

Además, mantienen otra línea con aplicación industrial, para usar en entornos fundamentalmente laborales -”trabajadores de fábricas, cuerpos de rescate, soldados…”- complementando la fuerza de la persona, ya que su exoesqueleto permite levantar cargas del suelo hasta 30 kilos de peso.

Ninguno de sus productos está a la venta para el particular o cliente final por su certificación como equipamiento médico. Aunque, con un precio de 72.000 euros más IVA en el caso del modelo Hank, pocos bolsillos se lo podrían permitir.