VIOLENCIA MACHISTA

Una pareja a prueba de agresiones

Estrella ha logrado repeler el ataque de sicarios enviados por su expareja gracias a la presencia de su perro Chester

Manifestación contra la violencia machista, el pasado febrero, en Barcelona.

Manifestación contra la violencia machista, el pasado febrero, en Barcelona. / periodico

NACHO HERRERO / VALENCIA

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“Me encuentro muy bien y es gracias a Chester”. Estrella (nombre ficticio) nunca había tenido un perro, pero ahora que lleva más de tres años con Chester no se imagina la vida sin este compañero de pelo azabache. Por eso siempre lo nombra cuando alguien le pregunta cómo está. “Donde voy yo, viene él”, afirma segura. Y eso que hasta que crearon esta particular sociedad le daban terror los perros, pero más miedo aún le daba su exmarido.

Lo suyo fue un cuento de hadas que se tornó en pesadilla. “De novios todo era de color de rosa y cuando nos casamos acabó siendo un infierno”, recuerda. Aguantó agresiones casi seis años. “Fue muy duro, te encuentras sola y sin gente alrededor, estaba fuera de mi ámbito”, recuerda. Por eso cuando, tras haber denunciado, cuando en la terapia de grupo se lo propusieron aceptó integrarse en el programa de Escan.

En su caso, el proceso de adaptación duró algo más de los tres meses que suele extenderse. “Cuando llegué, el perro ya estaba enseñado, a la que tuvieron que enseñar fue a mí por el miedo que les tenía. Fui la primera que entré y la última que salí. Cuando estábamos practicando, yo soltaba la correa y me iba corriendo y el perro se iba con ellos”, rememora divertida.

COMPENETRACIÓN

Entre risas recuerda “los sustos” que le daba a la gente en esa etapa de compenetración. “Tuve que quitarme mis miedos y la verdad es que en ese tiempo él tuvo más cabeza que yo, se acostumbró muy rápido”, recuerda. No fue el único, sus hijos e incluso su nieto también se acostumbraron pronto. “No soy muy mayor pero ya soy abuela, pero ni a mi nieto ni a mis hijos les dan ningún miedo los perros, así que la relación es de cine”, asegura.

Pese al imponente tamaño del pastor belga malinois, para ella la clave para manejarlo está en la “maña”, no en la fuerza. De hecho ella lo hace sin tener apenas fuerza en el brazo derecho, aunque dice que el mérito no es suyo. “En cuanto nota algo que no le gusta, pega su culo a mis piernas y me hace el círculo”, explica. Ese círculo ya la ha salvado un par de veces, pues su agresor volvió a intentarlo, aunque lo hizo por medio de sicarios.

COMPAÑÍA Y RESPONSABILIDAD

“Mi ex maneja dinero y es muy cobarde, así que manda a gente. Él no lo hace. Pero con Chester me siento segura”, dice. “Una vez pasó cuando iba a salir a comprar. Me estaba esperando. El perro estaba alrededor mío y vio algo raro, que alguien levantaba la mano, cuando yo me giré ya lo había apartado”, cuenta orgullosa. “Ahora es un hijo más en mi casa”, afirma.

Los otros dos hijos tienen ya más de veinte años y hacen su vida, por eso para Estrella, Chester no es solo protección, es compañía y también una responsabilidad. “Mi hijo pequeño tiene 23 y el mayor 27 y de golpe me encontré sola en casa sin nadie que me empujara a salir y el perro lo hizo. Lo tenía que sacar a hacer pipí o a pasear y ya solo por eso te vistes y te peinas y cuando estás en la calle la gente te pregunta por él y hablas”, explica.

Para ella ha sido una pieza clave en su recuperación. “Te ayuda a levantarte, a quitarte el miedo que tienes a hablar con la gente, porque te hace relacionarte y eso te ayuda mucho”, apunta. Y esa reconstrucción crea otro circulo de protección. “Antes volvía el miedo y la pesadilla pero ahora no; como dicen, la carne se hace dura. Él [su expareja] sigue intentándolo pero no puede, ahora ya no. Después de tantas heridas, pasa el tiempo y las cura todas”, asegura.

Pero el pacto es de dos direcciones, porque Chester tiene que cuidar de Estrella pero ella también se ha de ocupar de él. Como todas las mujeres que han accedido a este programa, durante el primer año de convivencia ambos deben acudir cada mes a la sede de la fundación para que sus entrenadores comprueben que él está bien cuidado y alimentado. El programa dura ocho años pero, si la mujer quiere, el perro se quedará con ella toda la vida.