TRETAS DE 'MULEROS'

Así entran las 'mulas' la cocaína en Barcelona

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Se llaman "vuelos calientes" porque son trayectos que a menudo realizan los 'muleros', viajeros que esconden droga en el cuerpo. No se llaman así porque se pase calor en ellos. Por eso el 22 de agosto un policía del control de pasaportes del aeropuerto de El Prat arrugó la nariz cuando le tocó el turno a Yessid y observó que iba abrigado como si hubiera aterrizado en Moscú. Le hizo un par de preguntas y el pasajero colombiano, sudoroso, cayó en contradicciones extrañas.

El agente le pidió a Yessid que lo acompañara. Le registraron y en cuanto comenzaron a palparlo dieron con una faja compacta adosada a su abdomen. La punzaron y brotó una sustancia en polvo. El reactivo del ‘coca-test’ dio positivo en cocaína. "¿Lleva algo más?", le preguntaron. Yessid asintió. "Me tragué unos 35 condones llenos de cocaína antes de coger el vuelo". Los policías lo trasladaron al Hospital de Bellvitge y allí, bajo observación médica, los fue expulsando de uno en uno. El sistema digestivo de Yessid excretó, oculta en preservativos, más de un kilogramo de coca. Una cantidad que, junto a la que llevaba en la faja, sumó un total de cinco kilogramos de droga. Fue detenido por un delito contra la salud pública.

EN BOTELLA O EN EL CINTURÓN

Durante esta última semana, los controles del aeropuerto han detectado a tres mujeres procedentes de Brasil intentando introducir cocaína en Europa a través del aeropuerto de Barcelona. Viajaban en un vuelo, procedente de Salvador de Bahía. Dos de ellas escogieron una nueva modalidad para esconder cocaína menos sacrificada que la de Yessid. La tercera lo llevaba en una maleta.

Los traficantes habían convertido la droga en gel y la habían vertido en el envase de una botella de cachaça, el popular destilado de azúcar de caña típico de Brasil. Las dos mujeres, no obstante, cometieron el mismo error que Yessid: se pusieron nerviosas en el control de pasaportes. Durante el registro aparecieron cinco botellas que hubieran pasado desaparecibidas si no fuera porque pesan casi tres veces más que un destilado normal. 

La tercera 'mula' que han interceptado recientemente ha sido un individuo que había optado por un sistema más clásico: introducir pequeños paquetes del tamaño de una pila y rellenos de la droga dentro del reborde superior del pantalón de chándal. Había logrado esconder ahí 53 de estas cápsulas. Imaginación no les falta a los 'muleros' pero las tres maneras de introducir cocaína acabaron fracasando. Esta vez.