LOS EFECTOS DE LA CRISIS. LOS TESTIMONIOS

«Estudiar no es capricho»

Víctor Bermúdez, badalonés de 34 años amante de la lectura y la música, ha dejado colgados dos cursos 'on line' porque no puede permitirse pagarlos

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Víctor Bermúdez dejó colgada la carrera de Historia hace ya más de 10 años en el tercer curso.«Tenía que trabajar», dice. Ahora, a sus 34 años, se ha visto obligado a renunciar a dos cursos on line, uno de instalador eléctrico y otro de administativo, porque no podía pagar los 180 euros mensuales que le costaban. «Me interesaba laboralmente, estudiar no era un capricho», explica Víctor, que tiene claro que en cuanto remonte económicamente, los retomará.

Una decisión firme a pesar de que las cosas no le van nada bien. Hace una semana, tras cuatro meses trabajando en una empresa haciendo mapas para Movistar, recibió el finiquito. Era su tercer contrato allí, pero esta vez ha sido diferente:«Siempre me iba yo, esta vez me han despedido porque no facturan», explica.

Trabajo nunca le ha faltado pero asegura que todo está cada vez más caro y los sueldos, más bajos. Su bolsillo empezó a resentirse en el 2010, cuando trabajaba en mantenimiento de TMB y tuvo problemas para cobrar. Desde entonces, ha ido«de flor en flor», con un bolsillo cada vez más resentido y recortando gastos. «Me sobra mes a final de sueldo», resume su situación económica.

Víctor está soltero y vive con su perro en un piso de alquiler. Se define como un tipo sencillo«con dos vicios confesables»: los libros y la música.«Antes, cada 15 días entraba en una librería y podía salir con tres libros», explica. Ahora, no entra ni a mirar y relee o pide libros prestados. En cuanto a la música, este amante del punk tira de internet. Pero lo que más le duele a Víctor es no poder ir al teatro. Confiesa que obra que le entraba por los ojos, allí que iba… ¿La última?«Una de Berto Romero en Santa Coloma hace más de un año.Ya no mira la cartelera.

Víctor se refugia en otra gran pasión: la naturaleza, que es gratis. Antes hacía rutas de varios días (el Camino de Santiago, el G-R 11 por el Pirineo, el G-R-92...).«No miraba lo que me podía costar el material o el alojamiento; ahora no puedo», confiesa. Aún así, el fin de semana no perdona una excursión con su perro y un libro. Y mientras carga pilas, sueña con dejar la ciudad e ir a una vieja masía, a vivir de la tierra. Soñar aún es gratis.