Cómo driblar a un cónsul

La diplomacia es el arte de la sutilidad. Un ejercicio teatral en el que tras unas formas impecables se esconden principios irrenunciables y vigorosos por los que se lucha hasta el fin. La libertad y el honor patrio, por ejemplo. La primera etapa del viaje de Oriol Junqueras a Estados Unidos ha permitido observar una batalla de esgrima entre el representante del Gobierno, el cónsul general en Florida, Cándido Creis, y el propio líder republicano. Ha sido, también, la lucha de Junqueras por driblar la presión en todo el campo del Estado.

"Ahá. ¿Y cómo se decide esta recalificación de estos terrenos?", preguntó con falsa candidez Junqueras al alcalde de Miami, Tomás Regalado, ante la estricta observación de Creis, en una reunión a la que el cónsul exigió estar presente en virtud de su cargo. Y la respuesta de Regalado fue: "Por referéndum".

Junqueras soslaya la vía pactista vasca

"Y esta otra cuestión, ¿cómo se resuelve?", repreguntó el vicepresidente del Govern con el deseo, cumplido, de recibir la misma respuesta. Y cuando obtuvo todas las referencias que quería a la consulta vinculante, Junqueras emprendió el ataque final. Una alabanza al sistema de urnas y de consulta al pueblo y una exposición de que, justamente eso, es lo que desea su Ejecutivo para decidir el futuro político de Catalunya.

ANÉCDOTA CON FINAL HILARANTE

Segundo escenario. Acto público. ¿Cómo compatibilizar un discurso motivador para la colonia catalana, con sus referencias al referéndum, con evitar una hostilidad manifiesta para los representantes del Estado? Fácil: se saca el tema espinoso hacia la mitad del discurso, justo antes de contar una anécdota, a poder ser con final hilarante.

En el caso del acto con la comunidad catalana en Miami, en la sede de Mediapro, Junqueras contó las relaciones comerciales de Catalunya con Latinoamérica, con especial hincapié en Cuba. El silogismo es complejo. Si Cuba tiene estrechos lazos  con Miami y Catalunya con Cuba, pues Catalunya la tiene, por extensión, con Miami.

El final de la anécdota incluía el modo en que los asnos, cuando llegaban a un camino de montaña estrecho, y como dichos animales no están dotados con la marcha atrás, deshacían lo andado. La manera no era otra que pasando una mula por encima la otra, labor a la que se prestaban los propios animales que se agachaban para que su compañera pasara encima suyo. Hilaridad entre el público y aplausos de todos. También del cónsul.