El PSOE cree que un adelanto en Andalucía ayuda a todo el partido

El secretario general del PSOE Pedro Sánchez y la presidenta andaluza, Susana Díaz, el pasado mes de julio.

El secretario general del PSOE Pedro Sánchez y la presidenta andaluza, Susana Díaz, el pasado mes de julio.

JUAN RUIZ SIERRA MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Resulta difícil, casi imposible, hablar en estos momentos del PSOE en términos unívocos. Instalado en la inestabilidad, incapaz de hacer frente al avance de Podemos, el principal partido de la oposición es hoy un conjunto de voces en especulación permanente. Sobre el adelanto en Andalucía, el futuro de Susana Díaz, el de Pedro Sánchez y las heridas que un hipotético enfrentamiento abierto entre ambos pueda causar. La presidenta de la Junta sigue sin desvelar sus planes, y la sensación más extendida es que no lo hará hasta la próxima semana, pero hay algo en lo que todos los sectores, incluido el del secretario general del PSOE, se muestran de acuerdo. Si Díaz decide anticipar los comicios autonómicos a finales de marzo, como parece probable, la iniciativa beneficiará al partido.

«Peor es difícil que estemos. Si los resultados son buenos, será un revulsivo cara a un año en el que hay elecciones autonómicas, municipales, catalanas y generales», sostiene un líder territorial cercano a Díaz. Los incondicionales de Sánchez, aunque cada vez quedan menos, también ven en esos posibles comicios una oportunidad, algo que comparten varios miembros de la ejecutiva socialista, quienes formalmente apoyan al secretario general, aunque llegado el caso, si Díaz decide tras las andaluzas postularse para la candidatura a las generales, se situarían de su lado sin apenas dudarlo.

«Es la mejor manera de comenzar este periodo (dice uno de ellos). Desdibujados como estamos, una victoria en Andalucía nos permitiría sacar cabeza y romper la dicotomía entre Podemos y el PP. En el fondo, quien más se la juega es Díaz».

Hambre de urnas

La operación presenta riesgos. La presidenta de la Junta, dicen los suyos, tiene «hambre de urnas»: quiere reivindicarse en unas elecciones, ya que heredó el puesto de José Antonio Griñán, pero la mayoría absoluta parece remota. Los socialistas de Andalucía dan por seguro que vencerán al PP, algo que no ocurrió en los anteriores comicios, y también que neutralizarán en parte el ascenso de Podemos, cuya fuerza es en esta comunidad menor que en otras. Pero Díaz se vería abocada a pactar con el partido de Pablo Iglesias y con IU, sus actuales socios, o a gobernar en solitario, negociando con la oposición cada ley. La falta de «estabilidad» que aduce para amagar con el adelanto puede repetirse. Incluso incrementarse.

«Y luego está el día después, que también es muy difícil de gestionar», admite otro barón. Si el desenlace de las andaluzas es bueno y el de las autonómicas y locales de mayo malo salvo en los municipios del sur, como se vislumbra, el guión de quienes alientan la operación Díaz fija tres formas para que ella dé el salto: neutralizar a Sánchez en un comité federal, el órgano del PSOE más importante entre congresos, donde los andaluces tienen el control; llegar a un acuerdo para que se retire de la carrera sin mucho ruido y, por último, enfrentarse a él en unas primarias previstas para julio, mes en el que la presidenta de la Junta, encinta, tiene previsto dar a luz.

El recorrido es complejo y Sánchez ha dado muestras de no estar dispuesto a doblegarse. Pero se encuentra muy solo. Nadie duda de que perdería frente a Díaz. El secretario general ha enojado a muchos sectores y dirigentes del PSOE. A Felipe González, al aprobar un código ético que prohíbe a los expresidentes hacer uso de la llamada puerta giratoria. A lo que queda del rubalcabismo, al destituir a la exvicesecretaria general, Elena Valenciano, como portavoz en la Eurocámara, trasladando la idea de que la responsabilizaba de los malos resultados del pasado mayo. A los barones que le apoyaron, ya que, se quejan, «no consulta las decisiones» y mantiene una agenda comunicativa heterodoxa que no complementa con un «proyecto serio». «Se le ha visto jugando al baloncesto en silla de ruedas, llamando a Sálvame y descolgándose del Peñón de Ifach. Pero de contenido, ¿qué?», lamenta un dirigente.

El contraste

Por último, Sánchez ha irritado a José Luis Rodríguez Zapatero al renegar del principio constitucional de estabilidad presupuestaria. El exjefe del Ejecutivo no ocultó ayer su apoyo a Díaz. «¿Es la mejor?», le preguntaron en la Ser. «Gobernando, sin duda. A gran distancia -contestó-. Tiene capacidad para todo lo que se le ponga por delante». Del secretario general elogió su «determinación».

Sánchez, mientras tanto, ve cómo sus mensajes no calan. Su entorno no se explica estos movimientos a las puertas de las elecciones. Tras la sesión de control, con rostro afectado, el líder evitó a la prensa. «No voy a contribuir a ningún ruido», dijo.