FINAL DE UNA PESADILLA DE NUEVE MESES EN ÁFRICA

«El secuestro ha sido muy duro y salvaje»

Vilalta desciende del helicóptero detrás de Pascual y el mediador Chafi, en Uagadugú.

Vilalta desciende del helicóptero detrás de Pascual y el mediador Chafi, en Uagadugú.

SARA GONZÁLEZ / JOSE RICO
BARCELONA

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Albert Vilalta y Roque Pascual regresaron esta pasada madrugada a casa tras 268 días de cautiverio y 33 agotadoras horas en ruta desde que, el domingo, la facción magrebí de Al Qaeda los entregó a un mediador mauritano en un punto desconocido del desierto maliense del Sahel. Acompañados por sus esposas, que, invitadas por el Gobierno español, los fueron a buscar hasta la capital de Burkina Faso, Uagadugú, los dos cooperantes descendieron del avión a las 1.17 horas en el aeropuerto de El Prat. Tras una hora a solas con una treintena de familiares y con Alicia Gámez, liberada el pasado 10 de marzo, Vilalta y Pascual resumieron la cruda experiencia: «Ha sido duro y salvaje. Nos han arrancado nueve meses de vida, pero el trato siempre ha sido correcto».

Así se puso fin a un secuestro en el que el Ejecutivo español ha jugado con su baraja diplomática en, al menos, seis países (Mauritania, Burkina Faso, Malí, Argelia, Libia y Marruecos) a costa, al parecer, de descartarse algunos triunfos valiosos. Vilalta, el más emocionado de los dos protagonistas, aplaudió las gestiones con rotundidad: «Estamos orgullosos de nuestro Gobierno». Incluso reveló que hasta el inmenso desierto les llegaban algunas noticias de las movilizaciones en España a favor de su liberación. «Esto nos animaba a seguir adelante», afirmó.

«Están libres», anunció José Luis Rodríguez Zapatero a las 14.15 horas. Esperó a que los dos cooperantes estuvieran en manos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y ya fuera del inseguro desierto del Sahel, por muy acompañados que estuvieran por soldados de Malí. El presidente del Ejecutivo, con todo, apenas dio detalles y, en especial, no aceptó preguntas. El precio político y económico pagado por España permanece, por lo tanto, en secreto.

DETALLES DE LA FACTURA / A medianoche, cuando el vuelo militar que transportaba a Vilalta y Pascual entraba en el espacio aéreo español, se conoció un detalle de la factura: Malí acababa de dejar libre a Omar Saharaui, el preso que Mauritania había condenado a 12 años de cárcel por colaborar en el secuestro y que las gestiones diplomáticas de España habían conseguido que fuera extraditado a su país de origen.

Toda esa letra pequeña del contrato no tenía ningún valor esta madrugada en la terminal de El Prat, donde la alegría desbordaba a las víctimas del secuestro, pero también a los compañeros con los que emprendieron la aventura solidaria el 22 de noviembre del 2009 y que salieron indemnes del asalto terrorista.

Cualquiera de ellos pudo haber sido Vilalta o Pascual. Por eso, simbólicamente, a última hora de la tarde partieron de la capital catalana con destino al aeropuerto a bordo de los mismos vehículos pesados con los que hace nueve meses bajaban por la carretera de la costa mauritana. «Nos podía haber pasado a cualquiera de los que estábamos allí. La caravana del 2009 no ha terminado hasta que ellos han llegado», afirmó emocionado un voluntario de Barcelona Acció Solidària que formaba parte de la expedición asaltada.

Mientras aguardaba el aterrizaje del avión, la cofundadora de la oenegé, Carme Segura, recordaba los nueve meses de angustia: «Les hemos tenido presentes en nuestras conversaciones y en nuestros proyectos. Nunca perdimos la esperanza». Algunos compañeros no tenían claro si iban a poder ver y saludar a Vilalta y Pascual, aunque todos destacaron que, por las primeras fotos que se difundieron, los veían en muy buen estado, a pesar de que Pascual estaba bastante más delgado.

VACACIONES MERECIDAS / Entre las autoridades que recibieron a los voluntarios, el presidente de la Generalitat, José Montilla; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, y el delegado del Gobierno en Catalunya, Joan Rangel. En el avión, junto a Vilalta, Pascual y sus esposas, viajó la secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez. Con la libertad en la mano, Pascual, ocurrente, anunció qué será lo primero que harán ahora: irse de vacaciones. «Intentaré devolveros el disgusto», ironizó.

ALBERT VILALTA

Personifica el vínculo del Ayuntamiento de Barcelona con la caravana solidaria. Fue ingeniero jefe del consistorio antes de ser designado director general de Tabasa y Túnel del Cadí. Está casado y tiene tres hijos. Su labor era repartir la ayuda en Mauritania.

ROQUE PASCUAL

Es un hombre incansable y solidario por vocación. Padre de dos hijos, tiene tiempo para todo: es consejero delegado de Gecoinsa, tesorero de la 'Grama', administrador del complejo deportivo Torribera y patrono de la Fundació Tallers.