Pequeño observatorio

El admirable invento de la ternura

Hay unos cánones femeninos y otros masculinos para manifestar los sentimientos

Beso entre dos personas de edad.

Beso entre dos personas de edad. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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He visto cómo una madre joven acariciaba su hijo, un niño que todavía era un niño. Y le decía unas palabras que la criatura no podía entender, todavía. Un gesto bonito de ternura. Una ternura pura que no pedía ser correspondida. Un gesto impulsivo que arrancaba de lo más profundo de la condición femenina. No es que los hombres no puedan tener ternura, a menudo también la muestran, de manera más o menos disimulada. Pero hay unos cánones femeninos y unos cánones masculinos cuando se trata de manifestar sentimientos.

Yo pienso que el ámbito de los humanos y sus relaciones hay un compuesto de seducción instintiva, un instinto que está al servicio de la continuidad de la especie. Habitualmente esta seducción es más discreta, instintiva, que abiertamente manifestada. Hay excepciones, claro. Silvio Berlusconi, antiguo primer ministro italiano, a los 81 años, ha presumido de ser un conquistador, y para aumentar su autosatisfacción dice: «Son las mujeres las que intentan seducirme». «Vanidad de vanidades», según decían los latinos.

Yo pienso que hay pocas cosas, sentimientos, tan nobles como la ternura. La ternura juega a favor de quien la practica, y de quien la recibe. Una de las canciones más bonitas que conozco es la que escribió Jacques Brel, si no me equivoco. «Por un poco de ternura daría los diamantes. ¿Para que tú crees, amiga, que los marineros en los puertos vacían sus bolsas para ofrecer tesoros a unas falsas princesas? Por un poco de ternura. ¿Porque crees que a menudo los emperadores abandonarían el poder y las riquezas? Por un poco de ternura».

La capacidad de enternecerse y de hacer enternecer es una exclusiva de la especie humana. Y no es, tópicamente, un rasgo femenino. Yo he visto a hombres manifestarlo ante un gesto, un hecho. Palabras tiernas, miradas tiernas, sonrisas tiernas. La lucha pacífica contra el riesgo de un progresivo endurecimiento.