ANÁLISIS

La 'Barsitis' internacional

El modelo azulgrana es bien visible en Inglaterra en varios equipos como el City y el Tottenham

Guardiola da órdenes a los jugadores del City durante el duelo con el Burnley.

Guardiola da órdenes a los jugadores del City durante el duelo con el Burnley. / periodico

Antonio Bigatá

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Vuelve la Liga, pero para nosotros ya es una competición importante aunque menor y a la baja en la que el único aliciente es el daño que podamos propinarle al Madrid. O disfrutar de lo que sufra en partidos como el de esta semana contra el Atlético. Nos apetece ganar la Liga porque somos insaciables, pero desde hace varios años nuestra vocación de éxito es esencialmente internacional.

A quienes les gusta politizar sectariamente las cosas ese poner a la Liga en su sitio tal vez les parecerá un reflejo antiespañol, pero las cosas no van por ahí. El fútbol de verdad, los grandes jugadores, el desarrollo táctico y estratégico de alto nivel, el espectáculo sensacional... Todo, todo eso, tiene ahora una dimensión global que excede, dicho sea con perdón, a las emociones que pueden depararnos los encuentros entre el Málaga y el Alavés. Por eso cada vez nos llegan más retransmisiones en directo desde el exterior, porque más allá de las figuras -los Pep Guardiola, Cesc, Neymar o De Bruyne- resulta que incluso los futbolistas de clase media que antes jugaban en España ahora defienden camisetas de los más variados países.

Estilo Barça en Inglaterra

En el fútbol internacional nosotros tenemos además el aliciente de ver la evolución de quienes siguen de una u otra forma la cultura barcelonista del juego. Nos interesa la Premier por muchas cosas, pero de forma particular porque la lidera un Manchester City que juega muy a lo Barça de los recientes años legendarios. Su ocupación del campo con la posesión de la pelota, el juego preciosista de pases -verticales, horizontales, de cerca y de lejos- fuera o dentro del área adversaria, nos acerca a un nuevo tiki-taka evolucionado que jamás pudimos sospechar que llegase a hacerlo un conjunto británico. Y si se analiza con lupa la esencia del Tottenham de Pochetino hay rastros muy similares.

De cara al próximo Mundial de Rusia la 'Barsitis'  más interesante la vive el once con el que tenemos el honor de compartir a Messi. Hace pocas semanas comenté el desastre de que Argentina tuviese que confiar en Messi para que, prácticamente solo, se merendase a Ecuador y lograse la clasificación, metiéndo además él los goles. Hasta sus compañeros con más clase estaban tan agarrotados por el miedo al desastre que únicamente sirvieron para abrazar al de Rosario después de cada uno de sus tres tantos.

Mejora sustancial de Argentina

Pese a ese antecedente, Sampaoli (que aprovechó su paso por España para fijarse) consiguió estructurar hace unos días frente a Rusia una alineación argentina que por primera vez empezó a recordar algo -en detalles sueltos, pero también en disciplina- al Barça, gracias a la doble función que tenían en ella, por fin, Messi y Mascherano,  en el centro del equipo y abajo. Y logró la subordinación activa al plan de juego de gente como el nuevo incorporado Lo Celso, del PSG, los recolocados Kun Agüero y Di María, y la solidez objetiva de Otamendi. En algunos momentos Messi pudo jugar entre todos ellos de Messi, y aquella antigua selección-desastre tuvo media hora en la que incluso avisó de que este verano podría llegar a hacer algo en Rusia.

Ese falso remedo del Barça ha jugado después un amistoso sin Messi contra Nigeria y perdió, lo que refleja que en cuanto ha vuelto a alejarse de nuestro modelo se ha descoyuntado. Pero me quedo con la otra lección: una dubitativa Argentina siguiendo de forma férrea el libro de estilo barcelonista impuesto por Sampaoli supo convertirse en un equipo con posibilidades. El fútbol internacional es más apasionante que nunca desde que el gran Barça de la última década le dio sus clases.