Opinión | Editorial

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Rajoy se mueve

Pedro Sánchez ha logrado sumar al presidente del Gobierno al proyecto de reforma de la Constitución

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. / periodico

Un pilar fundamental del argumentario del independentismo catalán es que Madrid es monolítico y que no se mueve ni un milímetro en sus posiciones respecto de las demandas de Catalunya, hasta el punto de que la cerrazón de las instituciones del Estado ha expulsado a los partidos catalanes de los consensos de 1978. Durante muchos años, desde su suicida postura con el Estatut hasta el inmovilismo demostrado en estos años en que se ha gestado el procés, Mariano Rajoy –tanto en la oposición como en el Gobierno– ha personificado ese inmovilismo. Pero ayer algo se movió en Madrid, primero en el Consejo de Ministros extraordinario y después en la sesión del Congreso.

Rajoy podría haber elegido creer que Carles Puigdemont declaró la independencia el martes. Así lo estima gran parte de su entorno mediático y político de cabecera. Podría haber anunciado sin paños calientes la aplicación del artículo 155, como le exige Albert Rivera, capaz de convertir, por comparación, al PP en algo parecido a un partido centrista. Pero Rajoy, como Puigdemont antes que él, eligió intentar ganar tiempo. Así cabe entender su requerimiento al president de que aclare si ha declarado la independencia. No solo eso: le ofrece rectificar antes de poner en marcha el artículo 155. Le da para ello ocho días, lo cual, en el ambiente de tensión del último mes, es todo un mundo.

Más trascendental es lo que anunció el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez: el acuerdo con Rajoy para debatir la reforma de la Constitución. La insistencia de Sánchez en este punto, a menudo en una situación precaria por la presión de su propio partido y de Podemos a su izquierda, ha dado finalmente frutos al lograr sumar al PP. Cabe felicitarse por ello, ya que es dentro de este marco político donde se puede encontrar una salida al conflicto catalán, no en la unilateralidad fuera del ordenamiento constitucional ni en los tribunales. Cierto es que la desconfianza es alta, y los retos, mayúsculos. Pero Puigdemont podría haber declarado la independencia de Catalunya con todas las letras pero no lo hizo. Rajoy podría haber activado el artículo 155 pero no lo ha hecho. El margen aún es muy estrecho, apenas una baldosa, pero ya es más de lo que había hace 48 horas, cuando nos asomábamos al abismo. Es la hora del deshielo, de la política y de la responsabilidad.