Cuidado Hillary, que puedes perder

RAMÓN LOBO

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Si están cansados de las elecciones de EEUU, tengo una pésima noticia: aún no ha empezado la campaña oficial; arranca el 1 de febrero en Iowa. Lo vivido hasta ahora solo era un precalentamiento. Antes de que los precandidatos empezaran a debatir y a viajar por el país había dos favoritos: Jeb Bush entre los republicanos, más por la inercia del apellido (y del presupuesto) que por su talento, y Hillary Clinton, que se quedó a las puertas de la Casa Blanca en 2008 debido al tsunami Obama.

Cuando empieza el maratón de verdad, Bush III parece muerto políticamente. Es la imagen del niño rico perdedor.Tres aspirantes republicanos le han robado el discurso y los focos: Donald Trump, Ted Cruz y Marco Rubio. El dinero de los millonarios conservadores apuestan por Rubio, el único que, según las encuestas, podría ganar a Hillary en la disputa de la presidencia.

Las primarias republicanas han saltado por los aires desbaratadas por el fenómeno Trump, a quien todos dábamos una vida corta, pero ahí sigue, encabeza de los sondeos de su partido. Si lo hace bien en Iowa y New Hampshire (9 de febrero) podría convertirse en un problema para Rubio, que espera que pinche el globo antes de saltar a la cabeza de la carrera. Trump se guarda un as en la manga por si las cosas se le tuercen: presentarse como independiente.

Entre los demócratas se da por segura la victoria de Hillary Clinton, una mujer de gran inteligencia y oratoria que despierta entusiasmos y odios. Todo parece a su favor. Detrás de los titulares gruesos y de los entusiasmos empiezan a aparecer señales potencialmente peligrosas: Bernie Sanders, senador demócrata por Vermont, está subido a una ola que no dejar de crecer.

Le llueven piropos y apoyos, sobre todo de gente joven, de los indignados de Occupy Wall Street. Sanders es un socialdemócrata a la europea (la de antes), lo más a la izquierda que se puede estar en EEUU sin que te tilden de peligro público. 

Sanders no deja de recortar la diferencia con Hillary en Iowa (enNew Hampshire está en cabeza). Una encuesta de Bloomberg publicada el jueves muestra que Clinton ha perdido nueve puntos en un mes y que supera a Sanders en ese estado inaugural en dos puntos.

CANDIDATOS POPULISTAS

Brent Budowsky escribía esta semana en 'The Hill' un interesante artículo en el que sostiene que en 2016 se está repitiendo un fenómeno que tiene dos precedentes: las elecciones que ganó Franklin Delano Roosevelt en 1932 y de Ronald Reagan en 1980, dos presidentes considerados populistas anti-establishment. 

Sería, según él, una consecuencia de la crisis económicade 2008 y de la decepción con Obama, quien pese a su retórica impecable y algunas luces, como el Obamacare y Cuba, dejará la Casa Blanca en enero de 2017 con la mayoría de las promesas sin cumplir.

Quienes mejor representan este sentimiento populista anti-establishment son Trump, Cruz y Sanders. Según Budowsky, el populismo de Trump está basado en “un fanatismo sobre la raza, la religión y los extranjeros” y regado de insultos, mientas que el de Cruz, que quiere reducir el tamaño del Estado, tiene como bandera llevarse mal con el resto de los senadores. En cambio, el de Sanders es positivo, amable.

Hillary cuenta, según Budowsky, con el inconveniente de que se la percibe como parte de la casta política de Washington, el mismo sentimiento que va a liquidar a Bush III en unos meses (si llega). La política, como la vida, se mueve por sensaciones. Si hay sensación de que Sanders puede ganar, Sanders podría ganar.

Hoy es un sueño para sus partidarios, muchos de los cuales ven a Hillary Clinton como una buena candidata a la Casa Blanca. Febrero será un mes clave para saber si Sanders es una alternativa o humo mediático. De momento ha obligado a Clinton a buscar su perfil más izquierdista.

Sería curioso que la Casa Blanca se disputara entre dos populistas anti-establishment: Trump y Sanders. Se podría repetir la paradoja de las presidenciales francesas de 2002. La segunda vuelta dejó a Jacques Chirac como única opción para frenar al ultraderechista Jean Marie Le Pen.

Todo el arco político democrático se movilizó(con la pinza en la nariz) en favor de Chirac. Si se diera una final entre Trump y Sanders, que hoy es solo ciencia ficción política, ¿por qué candidato anti-establishment apostaría el establishment de EEUU? Frente al racismo deslenguado de Trump, Sanders parece un pilar del sentido común. Así es como se ve desde Europa, pero en EEUU votan solo los estadounidenses y no todos.