Opinión | EDITORIAL

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Un Gobierno más allá del partido

 La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales. 

Artur Mas aportó ayer una novedad al tomar posesión como presidente de la Generalitat. Junto a la lealtad al Rey, a la Constitución y al Estatut, añadió que prometía el cargo con «plena fidelidad al pueblo de Catalunya». Fue el toque soberanista más destacado del acto institucional, acompañado por otras referencias a la caducidad de los estados o a la «plenitud nacional» de Catalunya. Pero no por eso abandonó la ambigüedad con la que CiU actúa, al recordar que la construcción de Catalunya no es un trabajo para impacientes.

Mas se incluyó a sí mismo entre los constructores de la nación catalana, después de negar que él fuera un «resistente» o un «liberador», en el mismo tono integrador que ya expresó en la noche de la victoria y que viene repitiendo desde entonces. En esa dirección van también los elogios al ya expresident Montilla por su «impecable traspaso de poderes», que no recuerda, precisamente, los vacíos del 2003, cuando CiU, tras 23 años de gobierno, dio paso al primer tripartito. Montilla, en efecto, destacó en sus palabras de despedida las virtudes democráticas de la alternancia, pero no se privó de citar a Vicens Vives para abogar por una Catalunya que se preocpupe más por el «hacer» que por el ser», más por el trabajo que por el debate esencialista.

En la misma línea conciliadora se puede incluir la afirmación de Mas de que no siente que regrese a la Generalitat, sino que llega, como una forma de decir que la «recuperación» del poder de la que hablan algunos sectores de CiU no es una vuelta al pasado, sino que el nuevo president quiere realmente abrir una etapa distinta. Bienvenido sea este deseo.

El nuevo Govern

Esa nueva etapa se inicia con el nombramiento del Govern, que tendrá menos departamentos (12, incluida la presidencia, tres menos que hasta ahora), más independientes y la sorpresa del fichaje de un socialista, Ferran Mascarell, para Cultura.

Es pronto para saber si Mas ha formado el «Gobierno de los mejores». No puede afirmarse que sea así a la vista de que ha recibido varias negativas de personas relevantes de la sociedad civil catalana, pero es cierto que el nuevo president ha cumplido y ha hecho un Gobierno más abierto, no reducido a los militantes de Convergència o de Unió. En el Govern figuran tres independientes (cuatro si se cuenta a Mascarell), y en áreas importantes. La economía queda en manos de dos catedráticos, uno que milita en CDC (Andreu Mas-Colell, que se ocupará de Economía y Finanzas), y otro que no es militante (Francesc Xavier Mena, al frente de Empresa y Empleo). También habrá independientes en justicia (Pilar Fernández Bozal) y en salud (Boi Ruiz). Este último nombramiento lanza un claro mensaje, ya que Ruiz era el máximo dirigente de la patronal de la sanidad concertada y es un firme partidario del copago. Mas descartó en su investidura el copago, pero admitió que el recorte sanitario es inevitable.

El Gobierno integra a cuatro consellers que ya lo fueron con Jordi Pujol, pero Mas coloca a dos integrantes del pinyol en tareas tan importantes como las secretarías de Presidència y del Govern.

Fichaje socialista

El fichaje de Mascarell es una buena noticia para Catalunya, pues el antiguo responsable de Cultura en el Ayuntamiento de Barcelona y en la Generalitat presidida por Maragall ha acreditado de largo sus conocimientos en la materia. Su nombramiento asegura una gestión no partidista de la cultura, pero su imagen queda deslucida por sus últimos movimientos para quedarse en el PSC si se le aseguraba la candidatura a la alcaldía de Barcelona.Tampoco sale bien parado el PSC, al que Mas le mete un gol después de que los socialistas facilitaran su investidura.

Mas hace una apuesta arriesgada que puede volverse en su contra, como le ocurrió a Sarkozy con la apertura a la izquierda, finalmente abandonada.