La entrevista con Cildo Meireles, Artista plástico

Cildo Meireles: "El arte es una inutilidad necesaria"

Tras recalar en la Tate Modern, el Macba ofrece un recorrido por la obra de este venerado brasileño, de las instalaciones a los objetos realizados de 1967 al 2008.

NÚRIA NAVARRO

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--Preséntese, si es tan amable.

--Cuando me piden eso siempre me viene a la cabeza la frase de Rimbaud que dice: "J'est un autre" ("Yo es otro", literalmente).

--Él cuestionaba así la solidez del yo y a mí me gustaría conocer el suyo.

--Mi padre trabajaba para el Servicio de Protección de los Indios. Formó parte del equipo de Marechal Rondon. Vivíamos en Brasilia, y de uno de sus viajes me trajo un libro de los grabados de Goya. Me produjo un shock. Y empecé a dibujar.

--Brasilia estaba entonces en construcción.

--Sí. Fuimos a vivir a las primeras casas del plan piloto, en 1958. Era un mundo alucinante para un niño. Convivía con tractores y grúas. Jugaba a fútbol en el gran lago Paranoá que estaban construyendo. Las casas estaban abiertas. Luego se fueron cerrando. Brasil se llenó de barrotes. De eso habla un poco mi obra A través (1983-1989).

--¿El arte es un reflejo de la vida?

--Está provocado por ella. Por ejemplo, tuve un primer flas de Babel (2000), la torre formada por 700 transistores de distintas épocas sintonizados en distintos idiomas, andando en 1990 por Canal Street, en Nueva York. La primera vez que la monté, en Helsinki, empleé radios viejas, lo que me obligó a hacer una especie de arqueología del objeto...

--Recomiende cómo hay que situarse frente a una obra suya.

--Me gustaría que la gente fuera mucho más lejos que el propósito inicial de la obra.

--¡No dé ideas, señor Meireles!

--Pues le contaré una anécdota de Misión/ Misiones. Cómo construir catedrales (1987). Es una obra hecha con 2.000 huesos, 800 hostias y unas 800.000 monedas. Tras la inauguración en Brasilia, la pieza debía viajar ocho meses hasta llegar a Porto Alegre. Llamé al comisario para expresarle mi preocupación por las monedas.

--¿No se fiaba del público?

--No. Al llegar a Porto Alegre, una máquina contó las monedas y ¡había más! Fue toda una lección de generosidad del público.

--Lo difícil es colgar una obra suya.

--¿Colgar?

--Desvío al rojo

--Está en el Imhotin Centro de Arte Contemporánea de Brumadinho. Yo pertenezco a una generación que desconfiaba de los museos, pero con el tiempo me he dado cuenta de que son el lugar ideal para conservar las piezas y para que las vea el público.

--También creyó ideal grabar el lema "Yankees go home

--En Brasil, el mayo del 68 empezó el 23 de marzo, cuando la policía mató a un estudiante. La confrontación se convirtió en algo cotidiano. Yo participaba como individuo, pero las manifestaciones eran una cosa y el arte, otra. No me interesaba el arte político. Siempre es panfletario. El arte no debe responder a una circunstancia histórica. Es algo que viene de lejos, de la caverna.

--Aun así, hizo lo que hizo.

--En 1969 muchos artistas fueron perseguidos. Sentí que tenía que hacer algo. Puse información en las botellas de cola que el lavado industrial no pudiera eliminar. Esa obra, como los mensajes en billetes de cruzeiros, existía en la medida en que se estaba ejecutando. El sentido de esos trabajos fue la acción.

--Muy a lo Duchamp.

--Los ready mades de Duchamp consistían en coger un producto industrial y sacralizarlo en un museo. Mi intención con las Inserciones en circuitos ideológicos, en 1970, era la inversa: partía de algo hecho a mano, lo convertía en único y lo ponía en circulación a escala industrial.

--¿Acepta que le metan en el saco del arte conceptual?

--Preferiría que cada cosa que hiciera fuera diferente. La cuestión de estilo siempre me aburrió. Pero el padrino de mi hijo, que murió el año pasado, me contó algo que me reconcilió con el arte conceptual.

--¿Lo puede compartir?

--Sí. Él estuvo preso en el 70. En el suelo de su celda encontró un trozo de celofán y una cerilla. Imaginó qué hacer con ellos. Descubrí que el arte conceptual es el movimiento más democratizador que hay. Admite que cualquiera pueda hacer arte.

--Quizá fuera bueno saber qué entiende usted por arte.

--Arte es una inutilidad necesaria. No sabemos qué pasaría si dejáramos de hacerlo. Me gusta esa cita de Carl André que dice: "Un hombre sube a una montaña porque la montaña está allí, pero un artista hace un objeto de arte porque no está".

--¿Y cómo diferenciar una obra de arte contemporáneo de una estafa?

--El arte es algo que te secuestra del momento y del lugar. Viajas. Quizá porque te mueve algo que procede de la infancia, un relámpago de lo que se materializó... En este territorio, todo depende de la formación, de la propia historia, ¿no?