crónica

Festivo homenaje a Carles Santos

El universo creativo del músico y 'performer' reinó en el espectáculo dedicado por el Lliure al irrepetible artista un mes después de su desaparición

santos esp

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César López Rosell

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Estaban los que tenían que estar. Una cuarentena de artistas en el escenario y muchos más fuera de él. Todos reunidos, la noche del sábado, para una gala festiva, no exenta de sincera emotividad pero muy alejada de cualquier idea de celebración de un teatral funeral laico. 'Un Santos (sense Santos)', la propuesta de homenaje del Lliure al artista desaparecido hace un mes, coordinada por Montse Colomé y Anna Llopart, no hizo más que reflejar el imaginario de este pianista, compositor y hombre de teatro. Sin recurrir a lacrimógenos panegíricos, en el escenario solo irrumpió su multidisciplinar universo creativo expuesto con pasajes de sus más transgresores montajes. A Carles Santos, que había sido capaz de oficiar una 'cremà' de pianos para homenajear al pintor Josep Guinovart, le hubiera gustado la sorpresa final del montaje cuando 90 kilos de bolas de acero sostenidas por una red cayeron con estrépito sobre el piano que presidió en silencio la desnuda escena.

El público de la sala Fabià Puigserver, integrado por artistas de todas las disciplinas y admiradores del 'performer', se levantó como un resorte para aplaudir la acción y el contenido del espectáculo. El parte de desperfectos confirmó la destrucción del teclado, pero las sonrisas cómplices de sus seguidores no hacían otra cosa que festejar el espíritu libre y gamberro del genial creador. Era como si todavía estuviera entre nosotros esbozando su tímida socarronería con su cabeza coronada por esa barretina que ocultaba su calvicie. "¡Santos cabró!", gritó su musa Mónica López, iluminada por un foco y con el telón todavía bajado al iniciar la velada. Después, sin pausa, recitó todos los improperios verbales de su monólogo en 'Patetisme il.lustrat'.

Desbordante imaginación

Un expresivo silencio invadió el ambiente antes de la aparición del piano de cola, convertido en solitario espectador. Era la mejor imagen para simbolizar lo que había representado para él este instrumento. "La vida se puede ver a través del piano", había dicho después de recordar que cada mañana se desayunaba tres cuartos de hora de Bach como terapia para desatar su desbordante imaginación. Sonaron de fondo las notas de 'Bujaraloz by night', antes de que Cesc Gelabert, con quien Santos había colaborado en 'Belmonte', hipnotizara con sus pasos de baile.

El desfile de artistas y géneros ya no se interrumpió. Entre muchos otros, actuaron Sol Picó (con el número de los zapatos del citado 'Patetisme'). También colaboraron en el evento Francesc Orella, Pep Cortés, Anna Ycolbazeta, Cati Reus, Olvido Lanza, Claudia Schneider, Antoni Comas y Begoña Alberdi. Cabo San Roque ('Maquinofòbia pianolera') impactó con su estructura sonora, y el Jordi Molina Sextet con sus tenoras. No faltó el recuerdo a Joan Brossa, su inspirador junto con John Cage, con momentos de 'Brossalobrossotdebrossat', así como obras tan representativas como 'La pantera imperial' y 'Ricardo i Elena' desplegadas antes de llegar al réquiem coral.

Fue un compendio de lo mejor de este irrepetible artista, cuyo legado se mantiene vivo en la memoria colectiva.