OBITUARIO

Muere Antonio Isasi-Isasmendi, el cineasta con vocación internacional

El director de 'El perro' o 'Un verano para matar' fue el máximo representante de un tipo de cine popular y de acción durante la dictadura franquista

Antoni Isasi-Isasmendi.

Antoni Isasi-Isasmendi. / periodico

Quim Casas / San Sebastián

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En la dictadura franquista, el cine español sobrevivió en diversas direcciones. Con el cine de autor metafórico representado, sobre todo, por Carlos Saura; con las películas del denominado Nuevo Cine Español, dramas mesetarios y concentrados como 'Nueve cartas a Berta' y 'La tía Tula', y con el cine de género con voluntad internacional, que no es lo mismo que un cine que imitaba el modelo de los filmes de acción de Hollywood. Ese cine se caracterizó por tramas más livianas de suspense y acción y repartos liderados por actores europeos o estadounidenses, y quien mejor representó esta tendencia fue Antonio Isasi-Isasmendi, fallecido el jueves en Eivissa a la edad de 90 años.

No es para nada anecdótico que el cine de Isasi gustara por ejemplo a Orson Welles, cineasta itinerante que, como es sabido, rodó y vivió en España. Welles, paradigma del autor maldito en aquellos años 50 y 60 en los que Isasi forjó su estilo, también decía que no era "políticamente correcto" decir eso. En esta valoración del director de 'Ciudadano Kane' se resume a la perfección la mala prensa, en determinados círculos, que tenían realizadores como Isasi. Solo cuando la política dejó de ser lo más importante y comenzó a valorarse el oficio de cineasta sobre otras consideraciones más peregrinas, el firmante de 'El perro' obtuvo el respeto que merecía (y que sin duda hubiera tenido en cinematográficas más normalizadas como la francesa o la italiana).

Goya de Honor en el año 2000

El reconocimiento total le llegó tarde, en todo caso. No fue hasta el año 2000 que se le otorgó el Goya de Honor por toda su obra. Una obra no muy extensa –14 largometrajes entre 1954 y 1988– pero más variada de lo que podría parecer. Isasi debutó con una característica película de cine policiaco, el género mejor practicado en los 50 en Madrid y en Barcelona. Se trataba de 'Relato policíaco' (1954), cinta imbuida de los aires del 'film noir' de estilo realista que se había practicado en Hollywood, en el que un veterano inspector relata diversos casos a los alumnos de la escuela de policía.

No fue un debut original, por debajo de títulos emblemáticos del 'noir' hispano como 'Apartado de correos 1001' o 'Brigada criminal'. Pero ahí estaba el oficio en la creación de ambientes, personajes más o menos turbios, una verdadera estética del artesanado. Los aires de cine internacional, y de nada sesgada vocación anticomunista, aparecieron en su siguiente trabajo, 'Rapsodia de sangre' (1957), en el que el pianista interpretado por Vicente Parra se niega a dar un concierto tras la invasión soviética en Hungría.

Isasi estaba cómodo con los géneros populares, no hay duda de ello. 'Diego Corrientes' (1959) se adscribe a la variante del relato de bandoleros; 'Sentencia contra una mujer' (1960) es un eurowéstern; 'La mentira tiene cabellos rojos' (1961) mezcla drama, ilusionismo y ruptura sentimental; 'Vamos a contar mentiras' (1962) adapta una obra cómica de Alfonso Paso; 'Tierra de todos' (1962) es una historia bélica que apela a la reconciliación entre republicanos y franquistas, y 'La máscara de Scaramouche' (1963) revive el cine italiano de capa y espada.

Siguió en la misma línea, pero con más medios y clara vocación y reparto internacional, a partir de 'Estambul 65' (1965), 'Las Vegas, 500 millones' (1968) y 'Un verano para matar' (1972); en esta última, filme que festejamos la chavalería de aquellos años, descubrimos que Robert Mitchum tenía un hijo, Chris Mitchum, y que montaba muy bien en moto. Isasi dio después un vuelco con el documental 'Rafael en Raphael' (1975) y con la que posiblemente sea su mejor película, 'El perro' (1976), centrada en la abstracta persecución de un preso político huido del penal por parte de un perro, para despedirse del cine una década después con 'El aire de un crimen' (1988), una crónica de sucesos rural.