CRÍTICA de '4321'

Paul Auster, en el país de los destinos que se bifurcan

Auster somete a su héroe, el ínclito Archie Ferguson, a un experimento de laboratorio literario que quiere sacar pecho ante el lector escéptico

PAUL AUSTER

PAUL AUSTER / periodico

Sergi Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Habíamos olvidado que Paul Auster quería ser Italo Calvino, Jorge Luis Borges, Philip Roth y John Irving al mismo tiempo. Quizás fue otro Auster quien lo deseaba, uno de sus alter egos agazapados en el grueso de su obra, y ahora, tras siete años de concienzuda escritura, ha despertado de su letargo. Tal vez el resultado de esa larga espera sea menos radical de lo que parece, aunque eso poco importa: '4321' es la novela-compendio que nos merecíamos, tras algunos traspiés que sugerían que su autor no sabía o no podía escapar de los límites de su propio universo. No ha escapado, pero sí los ha ensanchado hasta lo inimaginable. Cuatro novelas en una es un acto de generosidad que no podemos pasar por alto, por mucho que dé la impresión de que Auster somete a su héroe, el ínclito Archie Ferguson, a un experimento de laboratorio literario que quiere sacar pecho ante el lector escéptico.

Con todo, y sin escepticismos que valgan, un logro mayor

No hay escepticismos que valgan. Podría discutirse si le vendría bien una buena poda, si la sobredosis de incidentes abruma, si resulta necesario que sea tan didáctica en términos políticos o históricos, pero lo cierto es que '4321' es un logro mayor, en el que el azar adquiere esa dimensión cósmica, y a la vez controlada a rajatabla, que el autor de 'El palacio de la luna' ha buscado destilar en toda su obra. Es esa tensión entre lo contingente y lo regulado la que determina la estructura del texto, que permite que Archie Ferguson posea un ADN que se transforma en cuatro destinos distintos según las circunstancias que le toca vivir.

En las primeras cien páginas el lector tiene tiempo para orientarse y detectar el catalizador de los cambios en la vida de Ferguson. Cada capítulo cuenta con cuatro versiones que se nos presentan de forma alterna, pero cada versión se desarrolla cronológicamente, como un clásico relato de iniciación. El diseño de la novela es ejemplar, de modo que, aunque muchos personajes se repiten de versión en versión cambiando su relevancia en la trama, el lector nunca necesita más información de la debida para ubicarse. No obstante, las coincidencias funcionan como una caja de resonancias, y en el recuerdo se mezclan situaciones, ecos y tramas, dándole una extraña, mesmérica unidad al conjunto.  

Un Paul Auster en plena forma

En una de sus encarnaciones, Ferguson aspira a escribir una novela, que titulará 'La libreta escarlata', distinta a cualquier otra, un caos de fragmentos aleatorios e inconexos, un libro que le ponga a prueba contra lo que desconoce para comprobar si puede sobrevivir a la lucha. Ese libro es, por supuesto, '4321', donde al reto estructural se le añade el estilístico: si la prosa de Auster siempre se ha caracterizado por su precisión clínica, clara y concisa, aquí se derrama en frases que se yuxtaponen como cuentas de un collar infinito, como capas y más capas de sentido separadas por comas y más comas, como un río que no puede parar de fluir.

Es evidente que Auster está buscando la forma más apropiada a la torrencialidad de cada uno de los destinos de Ferguson, que es rico, pobre, huérfano, heterosexual, bisexual, lector voraz, cinéfilo y etcétera, pero que siempre es, de un modo u otro, escritor. Es decir, autor de su propia vida y libro que reescribimos al leer, un folio en blanco abierto a las eternas, insondables posibilidades de la literatura que nos devuelve a un Paul Auster en plena forma.

'4321' / '4321'