'Farishta': la clave de las aventuras en el tiempo de Marc Pastor
La últikma novela del escritor catalán ayuda a encajar todos sus libros en un rompecabezas al que aún le faltan "ocho o nueve" libros más
Ernest Alós
Coordinador de Opinión y Participación
Periodista
ERNEST ALÓS / BARCELONA
Repasemos el nombre del protagonista masculino de ‘Farishta’ (Amsterdam/Catedral), la última novela de Marc Pastor. Mance Melville. Mance, como el Mance Everard de Poul Anderson, el agente de los relatos de ‘La patrulla del tiempo’. Melville, como el autor de ‘Moby Dick’. Viajes en el tiempo y aventuras oceánicas. Y añadamos a un Valjean que pasa por allí, a alguien que le habla de ‘Superman’ y de Moisés ("todos, niños adoptados") a una niña afgana adoptada por un oficial soviético, huérfana de nuevo y reclutada por una misteriosa empresa rusa para trabajar en un misterioso ‘resort’ en la Polinesia francesa, donde en cada isla vive una pareja que cría un hijo y ha renunciado a carreras millonarias para vivir aislada y vigilada. "Estoy hablando de paternidad, de alguien que sacrifica su vida por su hija; en la ciencia ficción y la fantasía estamos hablando de nosotros mismos. Yo lo hago de mi proceso de adopción, lo que sucede es que le pongo viajes en el tiempo y suspense”, explica Pastor.
Hasta ahora este mosso d’Esquadra y escritor culturalmente disperso ha escrito la trilogía de los temas de su infancia, "nazis, vampiras y extraterrestres” (‘Montecristo’, ‘La mala dona’ y ‘L’any de la plaga’) y entrega ahora la segunda parte de su “trilogía de las islas” (‘Bioko’, ‘Farishta’, y la siguiente novela, que se desarrollará en Madagascar con la historia vista desde el punto de vista de un personaje, Douglas Moriarty, que era viajero perdido en África en el siglo XV en ‘Bioko’ y en ‘Farishta’ una presencia constante pero que no acaba de enseñar la patita).
UN ÁRBOL QUE SE BIFURCA
Todas estas novelas están conectadas entre sí. Pero algunas, como las dos últimas, forman parte del tronco de este universo narrativo, mientras que otras vendrían a ser frutas o hojas colgando de este árbol, relacionadas por alguna figura que salta de un título a otro, un personaje fáustico que va reapareciendo sin envejecer, antepasados que naufragan con un galeón español en el siglo XVI (el ‘San Félix’, homenaje, claro, a otro escritor crononauta como Félix J. Palma), niños escapados de un libro que aparecen en otro...
“Todas se pueden leer de forma autónoma pero todas tienen una suprahistoria que se puede ir siguiendo. ‘Farishta’ es la novela donde empieza todo, donde ves la génesis, porque ella es la madre de este universo”, apunta el autor, quien dice que a este “rompecabezas” le faltan aún “ocho o nueve novelas más”. Trabaja a largo plazo: “Viajes en el tiempo e islas en el Pacífico; es lógico que esté el referente de ‘Perdidos’, pero lo es más Steven Moffat y ‘Dr. Who’. Y yo sí que tengo claro el final”.
Antes de llegar a este final habrá una novela situada en tiempos de la república, “gángsters y samuráis”, una novela negra fantástica situada en la Atlántida (el idioma del continente perdido ya ha hecho un par de apariciones) y un libro para el que Pastor dice que aún se está preparando y al que califica como “mi novela de viajes en el tiempo”, con los dos grandes antagonistas que han asomado de ‘Bioko’ y ‘Farishta’ “persiguiéndose en el tiempo, saltando de un siglo a otro”.
TRES LEYES DEL VIAJE TEMPORAL
Pastor trabaja a largo plazo, lo que no quiere decir que no vaya cambiando sus planes. Pero son ligeros retoques, igual que sus viajeros no pueden modificar más que detalles del pasado, como imponen tres leyes (resistencia, coherencia y proporción) que se ha autoimpuesto para mantener ordenado todo este rompecabezas. “No puedes viajar al pasado y matar a Hitler”, dice. Bueno, Stephen King sí se puede permitir novelas en las que todo el futuro depende de un magnificio. “Pero es que, cuando quiere, es muy bueno”, reconoce.
‘Farishta’, por ejemplo, tenía que ser una novela breve que pudiese tener lista antes de viajar a Madagascar para culminar el proceso de adopción de su hijo. Pero la experiencia de estar aislado en la isla, y la de la adopción, acabaron dejando huella y ampliando el libro. “Trata de qué estàs dispuesto a hacer por un hijo. No solo la adopción: se de gente que ha hecho 17 tratamiento in vitro, que es una animalada. Estás dispuesto a ser otra persona, a cambiar fisiológicamente. ¿Cuál es el límite? Y como lo estaba viviendo, ese proceso desesperante, quería reflejarlo, y también hacerlo desde el punto de vista del niño, que no sale nunca”. Pero con aventuras. Y viajes en el tiempo.
LAS CANCIONES
La música, por cierto, es un vehículo de comunicación entre los dos protagonistas del libro, Farishta y Mance Melville. Aparecen decenas de canciones: aquí va la 'playlist' de Spotify que Pastor ha elaborado con los temas más destacados:
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