Del ISIS al apocalipsis

Bousalem Sansal imagina una mundo dominado por una versión aberrante del islam en '2084', una distopía llena de alusiones orwellianas

Boualem Sansal, en el Institut Francès de Barcelona.

Boualem Sansal, en el Institut Francès de Barcelona. / JOAN PUIG

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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La Francia sometida al islam que dibujaba Michael Houellebecq en su última novela es un juego de niños al lado del ‘2084’ (Seix Barral / Edicions 62) que el argelino Boualem Sansal ha escrito como una transparente alusión al ‘1984’ de Orwell. En su novela, el mundo está dominado por Abistán que, vencedor tras un holocausto nuclear, ha impuesta una dictadura religiosa totalitaria y violenta que ha borrado cualquier referencia al pasado de la mente de sus súbditos y que reacciona violentamente ante un descubrimiento arqueológico que la cuestiona. Pero sería equívoco (es cierto, y no lo es, al mismo tiempo) creer que Sansal ha dibujado simplemente una distopía en la que el islamismo radical ha resultado vencedor. Igual que tras el Gran Hermano de Orwell se escondía Stalin pero no había alusiones obvias al estalinismo.

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El dios de Abistán se llama Yülah. Las escrituras sagradas, Gkabal. El día de la plegaria es el jueves, el equivalente al ramadán dura una semana, el profeta se llama Abi. Es un calco distorsionado del islam, una nueva religión que lo ha deformado y enterrado como si no hubiese existido nunca. ”Quería que fuese una fábula, una distopía, una contrafilosofía. Y no quería estigmatizar el islam actual" responde Sansal, de visita en el Institut Francès de Barcelona. Aunque, la verdad, si todos los versículos del Gkabal que se citan fuesen citas textuales del Corán, seguramente Samsal se hubiese encontrado con un problema serio. ¿Se trata de autoprotección?  El escritor argelino asiente: “Estamos en un momento en que los europeos empiezan a tener miedo. Yo creo, para empezar, que si hubiese escrito en estos términos de Alá, de Mahoma y del Corán ningún editor se hubiese atrevido a publicar el libro. Hubiese creado una situación violenta que se podría convertir en una arma arrojadiza para la extrema derecha y los islamófobos y el libro habría quedado anulado, cuando lo que querría es generar debate, no un enfrentamiento directo”.

EL PELIGRO DE RESPONDER EN CALIENTE

Según Sansal, precauciones aparte, la invención de esta versión alternativa y deformada del islam no solo se debe a unas lógicas precauciones. “El islam está en permanente cambio. Es una hipótesis sobre una posible evolución. Nadie puede saber en qué se convertirá en el 2024 o en el 2084. Sobre todo el islam y el islamismo en occidente; ya es muy diferente al de los países musulmanes”, explica el autor de ‘2084’. ¿Y cuál se impondrá? “Dependerá. También dependerá de las sociedades occidentales. Es decir, ¿sabemos cómo van a reaccionar? ¿Van a integrar al islam? Si Francia radicaliza su voluntad de laicismo, el islam a su vez se va a radicalizar. Y hay otra dificultad añadida de carácter económico. Europa se siente empujada a ser cada vez más amable con el islam de los países árabes ricos, pero el grueso de la inmigración en Francia y España viene de países del Magreb que son pobres y aún lo serán más. Deberá escoger”.

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¿Es tan aberrante el islam del ISIS como el Abistán del libro? “No: desde el punto teológico se consideran el islam más ortodoxo, radical, literal y puro. Pero es necesario distinguir el aspecto religioso y el político. Llevan el orden adecuado para crear un Estado islámico: matar a gente, crear pánico y crear a partir de allí. Solo después empieza la construcción institucional, que puede llevar dos siglos”.

Aunque una guerra nuclear, como la del libro, quizá pueda acortar los plazos… “Yo creo que occidente no desconfía lo suficiente del ISIS. Las reacciones en caliente contra ellos, que se plantean cada vez que atentan, pueden ser muy peligrosas: pueden llegar a tener un artefacto atómico, no descarto que tengan armas químicas o bacteriológicas, y tienen a gente colocada en todas las partes del globo. Así que si se les presiona demasiado pueden desatar tranquilamente el apocalipsis”.

A lo largo de su carrera, Sansal, tan mal visto por el régimen de su país como por los islamistas, ha criticado el silencio ante estos, primero en Argelia y después en Europa. La sociedad que murmura en lugar de hablar en voz alta, dijo una vez. Quizá ahora el problema sea pasar de murmurar al de gritar como locos. “En Argelia, las cosas empezaron a suceder las cosas suavemente. Veías cambios en los mercados, en las mezquitas, era divertido y pintoresco, veías otra cultura. Cuando el islamismo estaba creciendo en Argelia todo el mundo, gobierno, intelectuales, periodistas, decían que no pasaba nada, que todo iba bien, nadie opinaba. Hasta que creció tanto que la situación se volvió insostenible. ¿Y entonces qué haces? Es lo que está sucediendo ahora en Francia”.

LA REPRESIÓN A TRAVÉS DE LA LENGUA

Uno de los elementos de ‘2084’ que remite a ‘1984’ es la preocupación por el lenguaje. Cómo una neolengua puede hacer callar, olvidar o eliminar mentalmente conceptos. Aquí aparece el Sansal que criticó la arabización de la enseñanza en su país. Pero también está presente el ‘Un mundo feliz’ de Huxley, en el sentido de que el pasado queda convertido en retazos inconexos y sin sentido, conservados solo por colectivos marginales. “Empobrecer el lenguaje es empobrecer la imaginación, la inteligencia, la cultura, la creación, convertir el cerebro de un hombre en el cerebro de una hormiga. De forma general el control de la lengua y la cultura pasa por prohibir, prohibir y prohibir, apoyándose siempre en la autoridad del Corán, ligando siempre la prohibición al pecado”, responde. Y en un sistema represivo, añade, “solo hay dos salidas, o tu cerebro se encoge o te rebelas, sea frontalmente, sea buscando una frontera a la que huir o un gueto donde esconderte y reconstruir el pasado, la vida”.