EL PASO DE LA DIVA POR MADRID EN EL 2008

La noche en que no se rompió

La artista británica desafió las previsiones en el que fue su último concierto español, en el Rock in Rio

OLGA PEREDA
MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Aparecerá? ¿No aparecerá? ¿Anulará a última hora? El público del festival Rock in Rio de Madrid se hacía estas preguntas el 3 de julio del 2008. La respuesta fue contundente. La reina absoluta del soul moderno, la cantante de alma vieja, la artista que en cada frase nos contaba su vida, apareció. Con puntualidad británica. Lo hizo después de pedir a la organización del macrofestival un camerino lleno de fruta, miel, jengibre y ensaladas. La londinense, ataviada con un minivestido amarillo, abrió conAddicted. Había tomado fruta en el camerino, sí. Pero encima del escenario tenía una copa de vino. Dio sorbos. Muchos. Y cada vez que lo hacía, el público la aplaudía. Qué narices, que levante la mano el que está libre de adicciones. Y sí, claro, el respetable enloqueció conAddicted.

El público la perdonó

No derrocho simpatía la diva londinense, tampoco vayamos a ponernos exagerados. Pero confirmó lo que todos sus fans sabían: que sus letras no correspondían a una chica de su edad y que los directos están para ser disfrutados con fallos incluidos. Quien quiera perfección, que se compre un disco de estudio. Ninguna de las 75.000 personas congregadas aquella noche pagaron la (elevadísima) entrada para escuchar a una Amy Winehouse perfecta. Pagaron para verla a ella, imperfecta, con sus tambaleos y una manera entre infantil y descarada de cogerse el bajo del vestido. Sus tatuajes, su mirada perdida, sus exagerados adornos en el pelo y su maquillaje de puerta ya apuntaba maneras de muñeca rota. Quizá no fuera generosa en sonrisas. Tampoco en los bises. Tampoco en mostrar complicidades con el público (es de recibo aprender a decir en castellano hola qué tal). Tampoco en su claridad de voz. Quizá todo eso pasó, pero no importó. El público la perdonó. Y la amó.

Muchos tenían preparado el escabroso titular deAmy Winhouse anula el concierto por sus problemas con el alcohol y las drogas. Nada de eso pasó. La reina defendió su trono. Y eso, dado los precedentes, no era poca cosa. La muñeca no se rompió en Madrid. Había que celebrarlo.