CRÓNICA

Una resultona '¡Ay, Carmela!'

Frank Capdet y Savina Figueras se multiplican en el desnudo escenario del teatro

Savina Figueras y Frank Capdet, en una escena de 'Ay, Carmela'.

Savina Figueras y Frank Capdet, en una escena de 'Ay, Carmela'.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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De las muchas versiones que se han hecho de¡Ay, Carmela!, de Sanchis Sinisterra, esta producción de Gataro es, sin duda, la más sencilla. Dos versátiles intérpretes, Savina Figueras (Carmela) y Frank Capdet (Paulino) dirigidos por Víctor Álvaro, se multiplican en el desnudo escenario del Almería Teatre. Ambos recrean las peripecias de los dos artistas de variedades que protagonizan esta celebrada tragicomedia.

La verdad es que, salvando la distancia con otros recordados montajes como los protagonizados por Manuel Galiana y Natalia Dicenta o Verónica Forqué y Santiago Ramos, este tiene una factura suficientemente digna como para hacernos disfrutar del homenaje a la memoria de las dos Españas enfrentadas en una guerra fratricida, y a la de un teatro capaz de sobrevivir en las más difíciles circunstancias.

El recuerdo de la gran película de Carlos Saura, protagonizada por Andrés Pajares y Carmen Maura, y con Gabino Diego como el mudo Gustavete, tampoco puede tomarse como una referencia comparativa, por la diferencia de lenguaje y de medios, para juzgar este espectáculo. A pesar de sus limitaciones, la trama de los dos comediantes que actuaban en la España republicana y que por error cruzan las líneas y son hechos prisioneros por los franquistas no pierde nunca su norte.

Unas situaciones están mejor resueltas que otras, pero está muy bien logrado el pasaje en el que Carmela, ante el pánico del apocado Paulino, se rebela contra la orden de hacer burla de la República y de los brigadistas que van a ser fusilados. Ella correrá la misma suerte y el cómico se quedará solo con los recuerdos y las visitas del espíritu de la artista.

BAILE CON SALERO / Elflashbacky el juego que se da al invisible teniente fascista italiano que colabora en el montaje del espectáculo de los cómicos son recursos bien utilizados. Figueras construye una desinhibida y energética Carmela capaz de bailar y cantar con salero, mientras que Capdet defiende bien, aunque con altibajos, al timorato Paulino.