tú y yo somos

Un torero cosido a banderillas

FERRAN MONEGAL

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Con una técnica muy similar a la que practica Tele 5 en sus papillas del Sálvame, el Deluxe y Enemigos íntimos, esta semana han contratado a José Ortega Cano en DEC (A-3 TV) para que se defienda de los ataques que días atrás el propio DEC impulsó entrevistando a bombo y platillo a uno de sus hermanos. El sistema es muy efectivo. Da siempre unos resultados fantásticos. Primero se calienta el horno a base de poner todo el dispositivo y la plataforma televisiva al servicio de una criatura que vaya volcando porquería; y luego se invita al afectado, se le vuelve a regurgitar todo lo que de él se ha dicho, y se le brinda -con muchísimo cariño- que conteste y se vaya limpiando públicamente a sí mismo. La sesión a la que se prestó Ortega Cano fue de abrigo. Se tuvo que oír un rosario de jaculatorias muy cumplidas, todas evacuadas, según aseguraron, por Rosa Benito y Amador Mohedano, es decir, por parte de la familia de la difunta Rocío. La prosa que tuvo que escuchar sobre sí mismo fue delicadísima: «Maricón, borracho, tu hijo José Fernando no te quiere, te dejas robar en la finca Yerbabuena, en Houston no estuviste a la altura porque Rocío se estaba muriendo, buscaba tu mano, y tú no estabas», y como remate: «Dijo una vez Rosa Benito, todavía viva Rocío, que en cuanto se muriese lo primero que ibas a hacer es ponerte sus trajes». ¡Ah! Qué finura de sesión televisiva. Esta vez el maestro matador no hacía de torero, sino de toro cosido a banderillas. Y Ortega Cano, ante aquel castigo, se levantaba de la silla, se abría la camisa y enseñaba las cornadas de su vientre para demostrar que es un hombre muy macho, de abajo arriba, y hacía cabriolas por el plató, como un bailarín de cercanías, para enseñar que está en forma y que no es un enfermo, ni nada parecido. ¡Ah! Solo el Señor, en su misericordia infinita, sabe porqué este hombre ha aceptado, se ha prestado, ha contribuido, a este canalla show televisivo.

HUMOR.- Cambiemos de registro. Vayamos a La 2, donde acaban de regalarnos un delicioso debate sobre si el humor es un asunto serio, y salió nuestro muy querido Juan Carlos Ortega disparando con puntería. Decía: «El humor es la antítesis de la soberbia. Gila, por ejemplo, hacía humor desde la humildad. Ahora estamos viviendo una verdadera tragedia con muchos monologuistas. Sus bromas se ejecutan desde la soberbia más absoluta». Lo suscribo.