ESTRENO EN EL COLISEUM

'The Hole 2', un cabaret popular

Álex O'Dogherty, como maestro de ceremonias, conecta bien con el público en el nuevo 'show'

Espíritu canalla 8Álex O'Dogherty (centro), durante el espectáculo.

Espíritu canalla 8Álex O'Dogherty (centro), durante el espectáculo.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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The Hole 2 sigue entusiasmando a un público amplio con ganas de olvidarse del día a día y adentrarse en un mundo diferente donde confluyen humor, teatro, circo, sensualidad, provocación y música. El espectáculo, con una escenografía diferente pero el mismo espíritu canalla del primero, comienza donde terminó el anterior y cuenta con un hábil maestro de ceremonias, Álex O'Dogherty. El polifacético actor, que sorprende en su primera aparición, mantiene ese don para lidiar con todo tipo de público y brilla en sus monólogos.

El número que se monta a base de declaraciones verdaderas de políticos que no han superado el paso del tiempo fue uno de los más aplaudidos el primer viernes que The Hole 2 recaló en el Coliseum. Todas las mesas estaban llenas en la platea y el piso de arriba también contaba con público entregado, que, en su mayoría ya había visto el primer The Hole y querían más. Vinila von Bismark encarnando a una tal Madame Zoltar con extraño acento al principio, no defraudó, como tampoco lo hizo, la cantante y vedete Maria del Mar (Marta Ribera), dos de los personajes del viejo show que se mantienen en la nueva entrega. Entre los nuevos, destaca el juego que da la incorporación de la figura del censor (Víctor Massán), un  hombre obsesionado con evitar las tentaciones de la carne.

Aunque el público sale contento con la experiencia, el buen inicio del show y los números acrobáticos de la primera parte contrastan con la falta de imaginación de la segunda. En un cabaret moderno incluir un bingo cuyo premio es un jamón queda raro. Y más si la parte picante en ese pasaje la ponen comentarios tan casposos como manidos referidos a los números del juego. Pero el súmmum es ver que los candidatos que se llevan el jamón acaban convertidos en estrellas del show, quitándose alegremente la ropa al son de la música para conseguir el premio. La experiencia, por liberadora que sea para quien quiera disfrutar así de sus 15 minutos de fama, resta ritmo al cabaret.