Yo La Tengo, hipnosis rock

En la tarde-noche del viernes, las atracciones del Tibidabo no fueron solo noria, carrusel y autos de choque, sino también las apuestas rock de un nuevo festival que parte de los logros y el concepto paisajístico del donostiarra Kutxa Kultur. El frío de la montaña sorprendió a unos cuantos, entre los que se incluye este cronista, pero por lo demás fue una jornada agradable, lejos del festival masivo de siempre.

El Tibidabo Live Fest es, al menos por ahora, pequeño hasta lo sorprendente, aunque al menos una de las bandas que el viernes pasó por allí es simplemente enorme. Disfrutar de un grupo como Yo La Tengo en esa intimidad es una rareza. La banda, en activo desde hace ya más de tres décadas, demostró (si es que hacía falta) por qué está considerada uno de los exponentes clave del rock indie de EEUU.

Se suponía que venían a presentar Stuff like that there, colección de versiones de temas ajenos y de sí mismos, y alguna novedad, pero sobre todo se dedicaron a repasar su trayectoria, empezando por From the motel 6, de su álbum de explosión creativa Painful (1993).

Durante casi dos horas, Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew recorrieron discos y tácticas (del pop sinuoso al rock de ritmo marcado con desembocadura tormentosa), sin abandonar nunca el halo de misterio. Lo que no significa que se cerraran al público: agradecieron su presencia y el aguante estoico ante la meteorología, además de aceptar, en la recta final, peticiones como The whole of the law loops y You can have it all.

«Parece una bonita noche en la ciudad», dijo en una ocasión Kaplan mirando hacia las vistas de Barcelona. La tarde fue menos bonita: la lluvia obligó a cancelar los conciertos de Pet Fennec y Rafa Berrio. Sí que pudo disfrutarse, antes de Yo La Tengo, de grupos como Black Box Red (grunge-pop holandés) y Niña Coyote Eta Chico Tornado (stoner rock donostiarra), quienes tocaron Lainoa («Neblina») como homenaje al velo que había cubierto el paisaje hasta hacía pocos momentos.